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¿Es fútbol el fútbol?
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¿Es fútbol el fútbol?

Actualizado 25/07/2024 11:01
Manuel Rodríguez García Marogar

“En los tiempos que corren, creo que el fútbol se ha convertido en un simple negocio. Ya no existen los colores, la humildad, la nobleza… todo el fútbol se ha convertido en un triste negocio donde sólo importa la pasta, la pasta y la pasta…” (udlaspalmas.net).

Sigue habiendo opiniones estrambóticas: “Pero que le paguen millones y millones de euros por correr detrás de una pelota… cuando medio mundo se muere de hambre, no sé qué decirte…” Son razonamientos prefabricados, demagógicos, manoseados, fuera de lugar… Es como cuando se dice que si el Papa de Roma vendiera la “Capilla Sixtina” del Vaticano tendría dinero para suprimir el hambre del mundo…

Panzeri, en “Dinámica de lo impensado”, registró una opinión irrenunciable, para mí: "Para formarse como jugador de fútbol necesita… pelota-pelota-pelota-pelota… ¡Muchas horas diarias con la pelota! Es hasta ahora el único profesor de fútbol infalible (si el alumno nació jugador; y si no nació, tampoco sirve). Además de pelota-pelota… travesuras-travesuras… mucha informalidad de niños jugando y peleándose por una pelota."

También podríamos citar a D. Miguel de Unamuno: “¡Que inventen ellos!”. A lo que un buen futbolero como Milan Kundera contestaba a unas cuestiones que le planteaba Philip Roth en “El Oficio”: “La estupidez de la gente procede de tener respuesta para todo”. Los aficionados al fútbol tienen mucho de esto. Haciendo honor a aquel dicho de que “Aparecen las palabras cuando faltan las ideas”. Eso sí, cada cual sigue pensando que los suyos son los mejores”.

Cuando recurrimos a la evolución del Reglamento observamos los cambios habidos en más de 100 años, y nunca pensamos que las reglas fueron evolucionando y no fueron siempre así: número de reglas, el penalti, las prórrogas, utilización de las manos por el portero, número de defensas mínimo para no incurrir en fuera de juego, caprichos del legislador que acabaron siendo resueltas por cientos y cientos de protocolos cambiantes porque nunca acaban consolidándose. (Ejemplo: Las manos dentro del área de penalti).

Otras veces ya lo comenté, como el Conde de Romanones (1863-1950) venía a decir: “Haga usted las leyes y déjeme a mí los Reglamentos”. Lo mismo que cuando se hacen tácticas representadas por números que van catalogándose como “viejas” o “modernas” en función de si los mejores equipos o entrenadores las utilizan y ganan más o menos con ellas.

Personalmente, siempre propugné que en el fútbol no debe haber expulsiones de futbolistas. Ni total ni parcialmente. Los espectadores de un partido de fútbol, si echan a jugadores de los equipos en un partido, la calidad del espectáculo decrece y les están defraudando de manera descarada porque la esencia del espectáculo se modifica. Un partido de fútbol debe celebrarse, siempre, entre dos equipos de 11 jugadores, es una máxima que siempre defenderé. El sistema de castigos debe resolverse con otras fórmulas, por ejemplo, la NBA lo tiene muy estudiado y al jugador infractor le “duele” fuertemente en su bolsillo si su comportamiento no es deportivo.

Me gustaron los razonamientos que Alberto del Campo Tejedor hace en su obra “Antropología del fútbol” para identificar los estados de ánimo latentes: “El fútbol refleja lo peor y lo mejor de la sociedad, las contradicciones de nuestro tiempo: representa la épica, pero también el fracaso; la constancia, pero también la sorpresa; el drama, pero también la posibilidad de un final feliz”.

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