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¿Y los ultras de qué lado están?
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¿Y los ultras de qué lado están?

Actualizado 12/07/2024 07:50
Manuel Rodríguez Fraile

La respuesta rápida es: del suyo, sólo del suyo. El resto somos para ellos barbaros, infieles, comunistas o nazis. Pero se pueden añadir algunas razones para justificar esta afirmación.

Siempre a lo largo de la Historia han existido discrepancias y opiniones encontradas, pero en la actualidad podemos observar la existencia de un problema mucho más profundo y que no es otro que la desaparición de principios compartidos, por lo que resulta prácticamente imposible cualquier acuerdo entre las partes. A esta creciente polarización de la sociedad ha contribuido la enorme y rápida difusión de noticias falsas y videos manipulados, de las medias verdades o mentiras completas que generan a la aparición de realidades falsificadas y negativas pero dotadas de gran verosimilitud que corren con extraordinaria rapidez por las redes sociales y los medios de comunicación alterando la percepción que los ciudadanos tenemos sobre lo que está sucediendo. A esto habría que añadir las escasas posibilidades (yo diría que también que un lamentable y generalizado desinterés) por comprobar la veracidad de la información que recibimos porque como bien afirma el filósofo de origen coreano afincado en Alemania Byung-Chul Han: La información es acumulativa y aditiva, mientras que la verdad es exclusiva y selectiva.

Este exceso de información tendenciosa y de mala calidad termina provocando tanto crispación social como desafección política abriendo las puertas a la aparición de propuestas autoritarias o totalitarias asentadas en prejuicios y dogmatismos lo que es aplicable tanto a las ideologías de extrema derechas como de extrema izquierdas.

Los ‘prejuicios’, como su nombre indica, son juicios anteriores a cualquier tipo de razonamiento o justificación. Los ‘dogmas’ (derivado del griego dokeo, que significa suponer, opinar o imaginar) no pueden ser demostrados, por esa razón las ideologías basadas en ellos son siempre peligrosas. Pero los de izquierdas y los de derechas no son ‘clases’ diferentes ya que en ambas posturas podemos encontrar personas creyentes y ateas, capitalistas y comunistas, gais o lesbianas y homófobos o racistas, pobres y ricos, cultos y analfabetos, negacionistas y ecologías… Pero sí hay algo en lo que coinciden ambas posturas ‘ultras’, su estrategia para alcanzar el poder.

Primero fabrican y difunden insistentemente rumores y mentiras para sembrar inquietud y desconfianza con la intención de crear dudas y miedos entre los ciudadanos con relación a ciertos temas. Algunos de los preferidos y que en buena medida comparten ultraizquierdas y ultraderechas bien dogmatizando a favor o bien en contra, son la inmigración, la corrupción política, gestión de los gobiernos de los recursos públicos, la ruptura del país, la destrucción de la estructura de la familia tradicional, la impunidad de la delincuencia, los nacionalismos radicales o religiosos, la necesidad de control y vigilancia, el riesgo de las distintas identidades sexuales, etc. Estas supuestas e injustificadas amenazas provocan una fuerte polarización social.

El segundo paso es afirmar que ellos conocen las soluciones (aunque casi nunca las hacen públicas) para restablecer la seguridad y tranquilidad de la ‘gente de bien’. Y, por último, proponen un líder o grupo de lideres para encabezar el proceso y salvarnos a todos, bueno a los suyos del resto. Esa ha sido la estrategia seguida por todos los totalitarismos desde los dictadores romanos a los revolucionarios rusos o franceses, desde los nazis en Alemania a los fascistas en Italia y los maoístas en China. Pero, la Historia nos demuestran una y otra vez que siempre han terminado en la instauración de regímenes crueles y sangrientos. George Washington, el que fuera primer Presidente de los Estados Unidos dijo: Cuando un pueblo se ha vuelto incapaz de gobernarse a sí mismo y está en condiciones para someterse a un amo, poco importa de dónde procede éste.

La única forma de terminar con los prejuicios y los dogmatismos de los totalitarios y evitar los extremos es a través del dialogo, el uso de la razón y la utilización de argumentos. Pero en los extremos de los idearios políticos gustan más los monólogos y la imposición irracional porque carecen de argumentos y cómo argumentar con los que no tienen argumentos.

El Gobierno del Partido Comunista en China dice que la ilimitada y agobiante vigilancia a la que somete a sus ciudadanos es para garantizar su seguridad, en el otro extremo la Sr. Ayuso, que dice defender la libertad y preside un Gobierno de derechas en la Comunidad de Madrid, afirma que el Gobierno español es estalinista. ¿Pero, señora mía, que barbaridad es esa? ¿acaso no sabe usted lo que hizo el dictador Stalin con el pueblo ruso? Si este país tuviera un régimen estalinista usted no podría haber condecorado al ultraderechista Presidente argentino que ofende descaradamente a su propio país porque llevaría ya varios años en una remota cárcel siberiana condenada a trabajos forzosos por sus infames insultos al Gobierno de España y su admirado Nacho Cano ya habría sido ejecutado. Pero, afortunadamente para usted y para él vivimos en un país democrático. La ignorancia es muy atrevida y los extremos se tocan.

Puedo comprender que a usted la Comunidad de Madrid se le quede ya pequeña porque tiene aspiraciones mucho más elevadas, pero día tras día hace gala de una incultura populista escandalosa lo que, en mi modesta opinión, la inhabilita para cualquier cargo público. Creo que a usted la define a la perfección ese refrán popular que dice: Los cántaros hacen más ruido cuanto más vacíos están.

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