Resulta difícil dar una opinión crítica sobre un tema cuando andas de vacaciones. La desconexión de lo que pasa ahí fuera es brutal y, realmente, la vida pasa entre paseos por el campo, lecturas y piscina. Poco que opinar. Mucho que reflexionar. Sin embargo, hay algo que hace unos meses se me quedó en el tintero y que recordé el otro día cuando volví a escuchar, por casualidad, cierta canción.
El 7 de mayo se celebró el tan esperado Festival de Eurovisión y ahí estábamos los españoles representados por la canción "Zorra". No tenía ni idea de cuál era la melodía que este año nos iba a abanderar porque, aunque es un espectáculo que no me suelo perder ya que es un momento de sentarse en el sofá en familia, al igual que con la gala Inocente de Navidad, no soy fanática del mundillo y, por supuesto, no había seguido las fases de selección de artistas que creo que se desarrollan en el llamado Benidorm Fest.
Cuál fue mi sorpresa ya solo al conocer el título de la canción. Cara de “a ver qué es esto”; estupor al empezar a ver la actuación; ganas de meterme debajo del sofá durante los tres minutos restantes. Cuando terminó el espectáculo, recuerdo hacer una búsqueda rápida de información acerca del grupo y del significado de semejante banda sonara que nos estaba representando. Nebulossa, nombre del grupo, explicaba en una entrevista a La Vanguardia que la canción abordaba el tema de la estigmatización de la mujer por sus comportamientos cuando se sale de lo que de ella se espera. Un canto de empoderamiento y reivindicativo. Y bien, si estudias la letra y eres capaz de evadirte del zorra, zorra, zorra, con el que termina cada frase la cantante, puede tener hasta sentido. Puede hasta gustarte el mensaje.
Pero no nos confundamos. La palabra "zorra" es conocida por toda la población española, y podría decirse que mundial, por su significado peyorativo. No me voy a detener a enumerar la cantidad de sinónimos que se aplican a este vocablo, pero ninguno es bueno. Ofensivos y despectivos todos hacia la figura de la mujer desde tiempos inmemorables. Y a los españoles que estaban en el público del festival se le llenaba la boca a la hora de pronunciarla. No lo entiendo. Vergüenza ajena es poco. Evidentemente, el resultado fue nefasto y nos fuimos a casa en el puesto 22 de 24 y con treinta míseros puntos que, como siempre, fueron regalados por nuestros amigos los vecinos de Portugal, Italia, Francia… Excelentes compañeros de viaje en estos menesteres. Nunca defraudan. Por la cuenta que les trae.
No sé qué se pretendía al llevar a esta melodía a un Festival Europeo. ¿Ganar? Lo dudo mucho. ¿Ofrecer espectáculo? Tampoco, porque la puesta en escena no tenía nada de especial. ¿Dar que hablar y ser noticia? Sí, señor. Lo hemos conseguido. Pero qué pena que siempre se hable de los españoles por sacar los pies del tiesto. Tenemos la fama que nos merecemos. La que a lo largo de los años nos hemos ido trabajando. Pero claro, con actuaciones como esta, ¿qué queremos? Si no cambiamos, seguiremos siendo considerados los más gañanes de la Unión Europea.
Gloria Rocas
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