Hace tres semanas se cumplieron los ochenta años -los medios se hicieron eco del aniversario- del 6 de junio de 1944, el día D, el del famoso y trascendental desembarco en Normandía, el día más largo, el comienzo de la derrota de los aparentemente invencibles ejércitos de Hitler y, por tanto, el inicio del fin de la devastadora segunda guerra mundial. La complejísima operación que llevaría a las playas normandas a cientos de miles de soldados, en un asalto que supuso la participación de 1.200 aeronaves e involucró a 5.000 barcos, contó con una enrevesada preparación que había empezado a planificarse varios años antes.
De ella da cuenta un libro excelente, La historia secreta del Día D. La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler, mi recomendación de esta semana, que siendo obviamente un ensayo de investigación se lee con la delectación y el placer, con el apasionamiento y la fruición de la mejor de las novelas a causa de su redacción fluida, del estilo narrativo en la presentación de la información, del atractivo y la complejidad naturales de los protagonistas y de lo sugestivo de la historia “real”. Su autor es el periodista británico Ben Macintyre, y lo presentó en España en 2013 la editorial Crítica en traducción al castellano de Ricardo Artola.
El 2 de enero de 1941 se creó, adscrito al Gabinete de Guerra del gobierno británico de Winston Churchill, el Comité XX, la Doble Cruz, un grupo de élite formado para coordinar el trabajo de espionaje de los agentes dobles encargados de suministrar a los alemanes información en apariencia fiable, para que la credibilidad de los agentes no se resintiera, y, a la vez, profundamente inocua, para evitar así que Alemania sacara provecho de ella. Desde esa fecha inaugural y durante el transcurso de la guerra, el Comité se reunía en Londres para, en una primera etapa, organizar la captura de espías alemanes, obtener información sobre las intenciones del Reich, engañar a los nazis haciéndoles creer que disfrutaban de una auténtica red de espionaje en territorio británico, difundir la propaganda aliada e intentar influir en el pensamiento enemigo, fundamentalmente mediante la distribución del llamado “pienso para pollos”, verdades inofensivas que entretuvieran el ansia de información del espionaje alemán. En una segunda fase, a partir del verano de 1942, el Comité buscó objetivos más ambiciosos con el propósito de alterar la estrategia global alemana, transmitiendo a Hitler un cúmulo de datos, informes, opiniones y mensajes, ahora ya absolutamente falsos aunque suficientemente “decorados” como para que la Abwehr, la inteligencia militar alemana, los tomase como ciertos, y construyendo así un monumental engaño encaminado a la confusión total y la derrota final de los ejércitos germanos.
Como señaló el propio Winston Churchill a propósito del grupo, se trataba de crear una trama hecha de enredos dentro de enredos, complots y contracomplots, tretas y engaños, cruces y traiciones, agentes auténticos, agentes falsos y agentes dobles (…) formando una textura tan intrincada como para ser increíble y sin embargo era verdadera. Así, cuando, en el momento de la verdad, decenas de miles de hombres se enfrentaron cuerpo a cuerpo con el enemigo, arriesgando sus vidas en las dunas, en las trincheras, en cada pueblo conquistado, otra fuerza invisible a muchos kilómetros de distancia luchaba a su lado, no con armas, balas y bombas, sino con subterfugios y sigilo, para socavar la fortaleza y confianza alemanas, para confundir, sorprender y engañar, y para proteger a los aliados con mentiras, como escribe Mcintyre.
El principal instrumento que utilizó el Comité XX para su propósito fue una red formidable de espías, de los que cinco -Bronx, Bruto, Tesoro, Triciclo y Garbo, este último español- tuvieron un papel preponderante y decisivo en la llamada Operación Fortaleza, el gran engaño que distraería la atención del ejército alemán -de modo sofisticado y sutil-, haciéndole concentrar sus fuerzas en el paso de Calais en previsión de un ataque que en realidad se realizaría, como es sabido, en las playas de Normandía.
La historia secreta del Día D. da cuenta, con minuciosidad en los detalles, con precisión en los datos, con una ingente y deslumbrante labor de documentación, con infinidad de informaciones objetivas, contrastables en los archivos de los Servicios secretos británicos, de los pormenores de esta operación a través de las sorprendentes vicisitudes de las vidas de esos cinco espías que en cierto modo cambiaron el panorama del mundo en el siglo XX y cuyas personalidades, trayectorias vitales, pautas de actuación y modos de comportamiento resultan tan extraordinarios que se dirían inventados por un escritor imaginativo y con tendencia a la fantasía. No hay ficción, sin embargo, pues la labor de Mcintyre, más que estimable, ha sido rastrear toda la información disponible sobre los hechos en archivos y publicaciones, en biografías y ensayos, en documentos secretos ahora desclasificados y en textos que ya habían visto la luz con anterioridad, para sistematizarla y construir con ella una historia fascinante -siéndolo ya el sustrato real del que partía- que se devora con entusiasmo y emoción. No se la pierdan.
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Ben Macintyre. La historia secreta del Día D. La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler. Editorial Crítica. Barcelona, 2013. 22.90 euros
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