A finales del siglo XIX, la vida en España resultaba dramática para la mayoría de la población, de tal forma que a lo largo de todo el territorio se extendió una práctica delictiva conocida como bandolerismo. Los bandoleros, ante la impotencia de las autoridades, acometían asaltos y robos con bastante impunidad. Era una forma de subsistencia ejercida por los marginados de una sociedad con la economía estancada y sumamente rural.
Hablamos de un país caracterizado por un fuerte empobrecimientos desde finales del siglo XVIII, en el que las enfermedades hacían mella en una población que buscaba formas de subsistir, y no había una alternativa mejor que juntarse cuadrillas de jornaleros, delincuentes e incluso artesanos o soldados, para buscar una forma de vida con la que poder sobrevivir, perpetraban sus fechorías en zonas geográficas que conocían suficientemente, pudiendo así esconderse en lugares de difícil localización. Hay que contextualizar su actuación además en momentos en los que las formas asistenciales anteriores, todas ellas desarrolladas por la Iglesia, habían desaparecido como consecuencia de los procesos de desamortización que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX.
Cuando hablamos del proceso histórico que constituyó la Desamortización, normalmente se piensa en la Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837- 1844), Juan de Dios Álvarez Méndez, Mendizábal a fin de borrar sus orígenes judíos (De origen humilde, se convirtió en el principal protagonista de la Revolución liberal española que constituyó en la expropiación y posterior venta de las propiedades de los monasterios, lo que redundó en la desaparición física de la mayoría de ellos. Los jesuitas fueron expulsados Y dejando en España solamente las órdenes mendicantes que nacieron en el S. XIII como expresión del ideal evangélico, carmelitas, franciscanos, dominicos y agustinos. Pero la desamortización más importante fue la de Pascual Madoz, que comenzó en 1855 y que se prolongó prácticamente hasta los mismos comienzos del siglo XX. Se completó la desamortización eclesiástica y se acometió la expropiación de los bienes estatales y municipales, especialmente las tierras comunales. El nuevo régimen liberal-burgués necesitaba invertir sus capitales en un mercado. Y ese mercado había que crearlo. La Desamortización de Madoz puso en circulación cientos de miles de fincas rústicas para que se pusieran en explotación y, en teoría, generar riqueza económica. Sin embargo, la especulación fue la gran beneficiada de este proceso, y la gran mayoría de los montes que pertenecían a estas fincas fueron descuajados o talados, bien para ampliar tierras ganaderas y agrícolas, o bien para fabricación de carbón para diversos propósitos. La deforestación, que ha sido un proceso constante en nuestra historia, experimentó un drástico avance tras la Desamortización.
Desde principios del siglo XIX hasta el año 1850 está documentada la existencia en Galicia de más de 3000 bandidos, agrupados en 116 favillas de bandoleros. Estos bandoleros no solían gozar del favor popular, a diferencia de lo que acontecía en otras zonas del territorio español, por lo que hubo numerosos casos en que los bandoleros serían apresados por los propios campesinos.
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