Aviso a navegantes

Sí, estás líneas quieren ser un aviso a navegantes. A esas personas que navegan por Internet y las redes sociales creyéndose lo primero que ven, leen o escuchan en este mar de engaños que los más modernos y eruditos denominan la posverdad, pero que los que ya peinamos canas llamamos, como se ha hecho toda la vida, mentira.

La posverdad la define la Real Academia de la Lengua Española como la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Una descripción muy acertada.

Por esos me dirijo hoy a los que siguen creyendo que la tierra es plana, a los que están convencidos de que nuestro planeta tiene recursos infinitos y niegan la crisis climática, a los que aún piensan que mujeres y hombre fuimos hecho de barro por algún Dios, a los que niegan la violencia de género y culpan a los inmigrantes de la violencia, a los que dan crédito a los augurios apocalípticos de que la Inteligencia Artificial terminara por destruir nuestra especie, cuando para el cumplimiento de esa ‘profecía’ nos bastamos nosotros solos. También a los que siguen confiando en que Hacienda somos todos, incluso a los que piensan que el genocidio de Israel con el pueblo palestino es justo. Pues bien, siendo ser portador de malas noticias, todo eso es mentira, ni posverdad ni gaitas, sencillamente, MENTIRA.

No existe la posverdad, porque el prefijo ‘pos’ quiere decir ‘después de’, ‘detrás de’ como en posdata, posponer o posguerra. Por eso no tiene sentido hablar de ‘posverdad’ porque al otro lado de la verdad, detrás de las verdades, sólo hay mentiras. Es un eufemismo, como hablar de decrecimiento cuando se quiere suavizar lo de crecimiento negativo o de regulación laboral cuando se van a producir despidos. La posverdad es mentira.

La palabrita fue utilizada por primera vez en el año 1992 por el novelista, guionista y dramaturgo estadounidense de origen servio, Steve Tesich, en un artículo publicado en la revista The Nation, la revista semanal más antigua de los Estados Unidos, en ella escribió Tesich ‘Lamento que nosotros, como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad.’ Lo escribió refiriéndose a la guerra del Golfo y se popularizó con ? durante las elecciones de Donald Trump en los Estados Unidos y la campaña del Brexit en Gran Bretaña.

La posverdad altera los hechos objetivos adaptándolos a ciertas ideologías y voluntades políticas para intentar normalizar mentiras apelando a las emociones para influir en la opinión pública. El profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, Martín Montoya, lo explica con claridad: Esto puede ocurrir cuando no reflexionamos sobre las fuentes de las noticias que consumimos o, en una visión más amplia de las circunstancias, cuando apartamos la mirada ante aquellos puntos de vista que nos desagradan. A veces, huimos de todo esto sin detenernos a pensar en cómo se pueden ver las cosas desde otra perspectiva. Como si todo lo que no coincidiera con nuestras ideas pudiese catalogarse de propaganda engañosa.

Sería bueno en estos tiempos de posverdad recordar las palabras de uno de los más importantes autores de la generación del 98, Pio Baroja: A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre. Aviso a navegantes. Cuidadito.