Como usted puede ver, en los textos anteriores, los problemas evitables en la en la infancia son muy numerosos. El Acoso escolar (también se puede dar en el barrio o en actividades extraescolares, asociaciones deportivas o sociales, etc.) admite muchos tipos y grados de gravedad.
En la escuela los menores pasan muchas horas y muchos días al año con otros compañeros, entre los cuales suele haber niños o niñas más vulnerables y algunos compañeros o compañeras mal socializados que maltratan a otros. Es lo que popularmente se llamaba “chivo expiatorio” (a la víctima) y “matón” al agresor). En los recreos, alrededores de la escuela e incluso en algunas clases siempre ha sido un fenómeno frecuente.
En la actualidad definimos estas conductas como “Acoso”, una conducta de un acosador o un grupo que supone:
a.- Ejercer un poder social (alumnos populares dominantes o una pandilla) sobre la víctima.
b.- Con conductas repetidas centradas en la víctima.
c.- Con la finalidad de causarle algún tipo de daño.
Las conductas, la finalidad, la frecuencia y duración en el tiempo y el daño causado son muy variables.
En unos casos el abusador es ”un bromista” de mal gusto y mala educación que no es del todo consciente del daño que hace. En el otro extremo pude tratrarse de un “sádico” o un psicópata en ciernes. Las pandillas también pueden ser muy diversas.
Los medios que usan son muy diversos:
a. Palabras: amenazas, insultos, valoraciones negativas, bromas de mal gusto, amenazas, gestos, señalamientos y miradas despreciativas o agresivas, etc.
b. Agresiones físicas: empujones, patadas, puñetazos, quitarle dinero, robarle el móvil, etc.
c. –Conductas de rechazo y aislamiento social.
d. Exigirle que guarde el secreto, con graves amenazas.
e. Perseguirle en internet y hacerle daño sin descanso. Los móviles son hoy día un gran peligro en muchos sentidos, especialmente antes de los 14 o 16 años.
Las víctimas suelen ser vulnerables, a veces con discapacidad, retraso en el desarrollo, personalidad retraída, emigrante, de otra raza, con falta de habilidades sociales, sin amigos, etc.
Los afectos pueden tener niveles de gravedad muy variables: miedo, tristeza, ansiedad, depresión, hostilidad hacia el acosador, ideas de suicidio o suicidio, estrés postraumático, rechazo a la escuela, aislamiento social, mal rendimiento escolar, síntomas psicosomáticos, etc.
Es acoso es un un atentado a su derecho a la seguridad y buen trato en la escuela.
El número de víctimas es grande, pero muy distinto de unos investigadores a otros. En España, la Drª María José Aguado (U. Complutense) ha hecho numerosas investigaciones y protocolos de intervención.
Los padres y educadores pueden no haber detectado el acoso o su gravedad. Siempre le digo a los padres y educadores: “En la infancia, los problemas dan la cara, les miren a la cara, les observen, les pregunten y les escuchen y les crean”. No dediquen demasiado tiempo a mirar las pantallas, compartan actividades, juegos y conversaciones.
¿QUÉ HACER?
Lo ideal es que en la familia y la escuela los padres y profesores hayan hablado de este tema, para que abusadores, víctimas y testigos sepan que es un acoso. Los acosadores para que sepan lo que se juegan, los testigos para que defiendan a las víctimas y comuniquen a los profesores el acoso, sin no lo hace la víctima. Las victimas para que aprendan a defenderse sin violencia, recurran a los profesores y a sus padres pidiendo ayuda.
Si las víctimas y testigos guardan el secreto hay una serie de indicadores que ayuda a los padres y profesores a detectar el acoso: cambio brusco en el humor o la conducta, rechazo a ir a la escuela, tristeza o ansiedad, síntomas psicosomáticos sin causa aparente, marcas en el cuerpo, pide dinero o dice haber pedido el móvil, aislamiento, etc.
Se puede buscar un espacio relajado y comentarle, por ejemplo: “Te notamos cambiado, tu no eras así, ¿Hay alguien que te hace daño o te amenaza y te pide que guardes el secreto? Nosotros te vamos a creer y ayudar, no te va a volver a pasar.
Los centros escolareas deben hacer un informe y según la gravedad reunir a los padres del acosador o acosadores y a los padres de la víctima (por separado, primero). Finalmente decidir si el caso debe ser denunciado o basta una intervención educativa.
En todo caso, seguir el protocolo, si existe en la autonomía.
Por último, es necesario hacer prevención en los centros educativos y en la familia. Es sencilla y muy efectiva, especialmente si hay cooperación entre la familia y el profesorado.
A los pediatras, con los que he colaborado muchas veces, les recomiendo que en la entrevista con los menores, en un lugar adecuado, ya avanzada, le digan y le pegunten: ”ya a sabes que algunos niños o niñas tienen algún problema. En tu caso ¿Hay alguien, mayor o e tu edad, que te haya hecho o esté haciendo daño, te amenace o te diga que no lo digas a nadie? Nosotros te vamos a creer y ayudar. Ya sabes que siempre puedes recurrir a nosotros (Si ya son adolescentes está parte de la entrevista debe ser sin familiar).
HAGAMOS DE LA ESCUELA UN LUGAR SEGURO DONDE SE APRENDA, CONVIVA Y REINE EL BIENESTAR.
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