En ocasiones el mundo se torna agreste, incómodo y frío. Es la larvada guerra de la conciencia, que se vuelve real y nada puede sacarla de la piel. Es verdad que uno mismo contribuye al mal con el grano de arena de la indiferencia o el absurdo consuelo de la queja vacía: el átomo de culpa es siempre mayor que el soplo de la tarea, inexcusable y estéril, de hallar felicidad. Y si la quietud no existe, si el sueño de la conciencia no conforta, si todo es pesadilla es que está uno destinado a la tristeza, y en la lucha contra ella, en la condena de vivir, quedan jirones del pensar culpable y de aquel tan lejano deseo de inocencia que nos hizo crecer, quedan palabras que intentan un conjuro, tentativas, aproximaciones a la poesía…
INSOMNIO (poema)
“En el ciclo latente de la vida / y en el propio poema, / no todo está perdido ni es real / lo que real parece”. RUBÉN MARTÍN, 'Lírica industrial'.
A veces duermo mal y en las paredes
de la vigilia atroz y en los abriles
cito la verde luz de los destellos
que en la noche de abrazos hace ya tanto tiempo
convirtió las caricias en escombros;
y las bombas despiertan
aire espeso que quema el furor de los muros
y las lenguas
y aquel roce lejano del temor y el desprecio
el color de la angustia
con sus nombres de aurora:
Bagdad Gaza Beirut Jerusalén Teherán
Kiev Madrid Moscú Alepo
eso dicen y callan los espejos que solo son espejos
y no hay lugar apenas
en que abrevar la sed del aire mudo que me asfixia
con tanta luz mentida en este inmenso olvido de la felicidad.
Borbotones de sombra y cancelas de duda
hacen como si hubiera despertado el derroche
de la resignación.
En la sierpe enemiga en que gira mi noche
fraguas solo, tenazas falsías
ventisqueros venenos los más dulces
clausuran con viento las llaves del deseo
y en un tacto de arcilla me consagran culpable
de ser el alacrán engañado de nuevo.
Y despierto a la tarde de tanto estar despierto
y convoco a los perros del desprecio
y aunque nunca los vi tatuados en la sombra
los perros tienen nombre y se nombran
son pedazos del cielo espejo carne trementina que grita
que torna a recordarme que entre los perros soy
uno más
que los mastines del odio cobijan cada pesadilla
y que no viviré para contarlo.
Oficio maltratado por las horas cansinas
este escribir a pura sombra
de una guerra en colores que desdice el ocaso
y yugula el amor si es que existiera
gira ondula y escupe lo que finge el idioma
la escritura que miente el calor que ya ignoro
cómo puede fingirse una dicha inventada
en la misma morada de la muerte.
Por eso dejo escrito este lecho reseco de palabras
esta desolación que vive en la deshora
este dios de la culpa
puente derruido de la desolación
y lo lego al silencio y la ceguera
para cualquier extraño que me acune o deforme
para justificar los códigos del sueño
para quien sabe de la prisa en este insomnio.
No buscaré una paz que ya no existe
ni una piedad que es solo una palabra
ni la puerta al pasado ni la forma en que quise destronar el futuro:
invento un porvenir con versos imposibles
un lodazal de quejas un espacio
donde poder dormir.
ÁNGEL GONZÁLEZ QUESADA, abril 2024.
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