Las últimas encuestas sobre las elecciones en el País Vasco afianzan una mayoría abertzale, tanto de Bildu como del PNV. Con semejante escenario cabría un Gobierno bipartito alejado de su pertenencia a España. La hipótesis es poco probable, por las diferencias tácticas y estratégicas entre una y otra formación. De ahí las esperanzas del PSOE de ser el socio de Gobierno ¿de quién? ¿Del ganador, caso de ser el partido radical? ¿Del PNV, aun en el caso de quedar segundo en los comicios?
En cualquier caso, el panorama no es nada confortador, con EH Bildu, ahí arriba en las expectativas de voto, como si Euskadi no hubiese sufrido cuarenta años de terror con el asesinato de unos compatriotas por otros y el secuestro, la tortura y la mutilación de muchos ciudadanos más.
Lo peor de esta historia de ignominia es que se echa un manto de silencio sobre ella, que no es muy diferente del que hubo en pleno auge del terrorismo. Para recordarnos la culpa colectiva de esa sociedad tenemos el documental 27 minutos, que narra el tiempo que estuvo sonando el coche en el que una pareja agonizaba después de haber sido tiroteada sin que nadie acudiese a interesarse por los asesinados.
Ésa es una culpa colectiva, decimos, de una sociedad anestesiada y que no busca reconciliarse consigo misma y con las víctimas, haciendo como si éstas no existieran. Ni una palabra de arrepentimiento ni petición de perdón hemos oído en estos días a los herederos directos de los asesinos, beneficiarios del escenario de sangre que crearon.
Por eso, por esa falta deliberada de auténtica memoria histórica de una historia bien reciente, hay que escandalizarse cada vez que una encuesta refleja el auténtico sentir de los votantes. Y no hay que permanecer inmunes a estos datos porque señalan inequívocamente que la sociedad vasca es una sociedad enferma con unos demonios internos difíciles de extirpar. Y que no podemos considerar a estas elecciones como unos comicios al uso, sino como el recordatorio de una maldad que de una forma soterrada aún anida entre nosotros.
Enrique Arias Vega
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