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Castro vetón de Yecla la Vieja, una mirada al pasado
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ESPECIAL ARRIBES / yecla de yeltes

Castro vetón de Yecla la Vieja, una mirada al pasado

Actualizado 12/04/2024 22:07
Miguel Corral

Además de sus paisajes y una rica avifauna, Arribes también ofrece una de las construcciones de la Edad del Hierro más importantes y mejor conservadas de Europa

Además de sus recursos naturales, el territorio Arribes ofrece a través de su patrimonio arqueológico una auténtica ventana al pasado que nos acerca a la vida de los pueblos nativos de estas tierras cuatro siglos antes de nuestra era. Son los castros, fortalezas amuralladas para la defensa de los pueblos vetones, vestigios inequívocos de la historia y del paso de esta cultura por el oeste salmantino, auténticas joyas del pasado que han llegado hasta nuestros días para ser admiradas.

El castro vetón de Ecla o Yecla la Vieja, en Yecla de Yeltes, es un referente de la vida de los vetones en Arribes, pueblo ganadero y cazador desaparecido a partir del siglo V d. C. Con el de Las Merchanas de Lumbrales, el castro de Yecla la Vieja se incluye en el programa Territorio Vettón, ruta cultural impulsada por la Diputación Provincial y que se divide en dos circuitos que permiten observar sendos yacimientos arqueológicos, los más espectaculares de la Península Ibérica.

Los orígenes del castro de Yecla la Vieja se remontan al siglo V a. C., pero es a partir del siglo III a. C. cuando se construyen la mayoría de los edificios y elementos defensivos que se pueden observar en la actualidad. Durante la etapa romana continuó habitado, abandonándose definitivamente en el siglo XII, momento en el que sus habitantes se trasladan a una zona más llana y que da origen al pueblo actual.

El castro se halla en la confluencia del río Huebra con el arroyo Varlaña, asentado sobre grandes peñascales. Ocupa prácticamente 5 hectáreas de superficie y está rodeado por una gruesa muralla de mampostería de granito en seco. La defensa del recinto se completaba con la presencia de zonas con piedras hincadas situadas frente a las puertas principales, restos que aún pueden observarse en la puerta norte de la muralla. Los accesos se presentan mediante cuatro puertas y dos portillos. La principal se halla en el flanco norte y da paso al único camino de acceso.

Tanto en el exterior como en el interior del emplazamiento destaca la presencia de más de un centenar de grabados rupestres. Se trata de insculturas hechas en la roca que representan principalmente caballos, aunque también hay algunas figuras humanas, dos escenas de caza, jabalíes, asnos, toros… Otro lugar ineludible para su visita es su aula arqueológica, convertido hoy en Museo.

Museo arqueológico

Otro lugar ineludible para su visita es su aula arqueológica, hoy bajo el nombre Museo ‘Ricardo Martín Valls’ en reconocimiento al arqueólogo principal impulsor de las excavaciones en el castro. En este espacio se pueden encontrar importantes restos que trasladan al visitante 2.000 años atrás. Uno de los elementos que más llama la atención es un gran verraco realizado en granito, símbolo del pueblo vetón. En este espacio museístico se ofrece también una maqueta del complejo arquitectónico del castro que facilita al observador admirar la obra en su conjunto, además de restos óseos de sus antiguos pobladores, estelas funerarias y piezas de cerámica, objetos y herramientas de los que se sirvieron los vetones durante varios siglos en este espacio mágico a orillas del Huebra.