Se necesitan políticas de discriminación positiva para el medio rural, un programa trasversal que actúe en todas las direcciones, con ayudas directas a autónomos que dan vida a zonas deprimidas, mejora de la Sanidad, el transporte y las telecomunicaciones, y sobre todo empleo cualificado
No es nuevo, se trata de una herida que viene sangrando en los pueblos desde hace más de dos décadas y sobre la que algunos medios de comunicación han venido advirtiendo a lo largo de este tiempo. Sin embargo, como suele suceder, ha tenido que llegar el ‘marchamo exportado’ de la España Vaciada para que las administraciones se den cuenta del drama que sufren comarcas como Las Arribes, ese territorio ya conocido y ampliado desde los ‘villasecos’ hasta La Fregeneda y en el que se enmarcan comarcas históricas como La Ramajería, El Abadengo, La Ribera, Campo de Vitigudino y Tierras de Ledesma.
En el transcurso de este Siglo XXI el partido judicial de Vitigudino ha perdido el 36% de su población. Según los últimos datos poblacionales ofrecidos por el INE, en este tiempo los 54 municipios que integran la comarca de Vitigudino han pasado de 22.763 a 14.555 habitantes, pero lo que es peor, es que el 48% de las personas que residen en este territorio superan los 65 años de edad, con un decrecimiento vegetativo que cada año deja nuevas escuelas vacías y los cementerios más llenos.
En este momento, de los más de 60 municipios que conforman el ‘territorio’ de LAS ARRIBES AL DÍA, 19 tienen menos de 100 habitantes, y algunos de ellos -además- formados por varios núcleos de población, un desierto demográfico que afecta mayormente a la parte noreste de este espacio comprendido entre ‘los villasecos’ y La Fregeneda. Pero las malas noticias no se acaban ahí, pues en este 2024 hay tres municipios más a punto de bajar ese peldaño (ver gráfico), por lo que el desierto demográfico continúa expandiéndose ante la ausencia de un remedio eficaz. De esos 60 municipios tan solo seis superan los 500 habitantes y el mayor es Vitigudino con 2.363.
Ni siquiera el éxito logrado por la Diputación con el proyecto turístico Camino de Hierro, en La Fregeneda, con cerca de 60.000 turistas en tres años, ha logrado frenar la sangría de negocios cerrados en la comarca, en aumento cada año a excepción de en La Fregeneda, único municipio en el que se han notado sus efectos con la reapertura de algunos bares. Sirva de ejemplo decir que en Lumbrales, municipio próximo a La Fregeneda y paso obligado para llegar al Camino de Hierro, desde hace varios meses no hay un solo restaurante que dé comidas a diario, lo cual es un síntoma claro de que el turismo conocido hasta ahora no resuelve el problema.
Los habitantes que conocen bien la zona y el problema que arrastra, se muestran bastante escépticos de que llegados a este punto la situación sea reversible a la que vivían los pueblos en los años 70 del siglo pasado, más bien piensan que las soluciones que se ponen encima de la mesa no hacen otra cosa que alargar la agonía, porque se ha llegado a un bucle, a una espiral, de la que resulta imposible salir sin medidas contundentes, ayudas directas a autónomos como reciben ganaderos y agricultores para mantener sus explotaciones, un gremio del que nadie se acuerda porque no salen a cortar carreteras, y no salen porque cada día que cierran su negocio es dinero que pierden, hasta que digan basta y no les importe perder un poco más y aumentar la deuda con la Seguridad Social.
Para muchos resulta patético e hiriente que se hagan esfuerzos por atraer a nuevos pobladores y que no se cuide a los que ya están aquí, sobreviviendo a duras penas con negocios que solo dan para una huida hacia adelante hasta alcanzar la jubilación, negocios que no encuentran relevo porque sus propietarios saben lo que dan y hacia dónde se encamina su pueblo, porque la llegada de una nueva familia, o cinco a lo sumo siendo generosos, porque no hay más posibilidades de vida, no resuelve nada llegados a este punto de ‘no retorno’, aunque no es menos cierto que esas iniciativas ayudan al menos a mantener la esperanza.
Soluciones
Conocido es por los que viven en los pueblos de las buenas intenciones o buenas palabras que salen de la boca de políticos en instancias superiores, sobre medidas de apoyo al medio rural, medidas ciertas pero a las que se contraponen otras decisiones que actúan en un segundo plano en sentido contrario, con lo cual los esfuerzos realizados por un lado se pierden por otro.
La situación parece solo reversible con un golpe de suerte o una apuesta decidida de las administraciones por el medio rural con un programa transversal que actúe en todas las direcciones. Ya no sirven medias tintas y hay que pasar de las buenas palabras a los hechos.
Es necesaria la puesta en marcha de políticas de discriminación positiva que incentiven vivir en el medio rural, tanto para los que residen ya en él como para quienes lo hagan en el futuro, ayudas directas para los autónomos que dan vida a zonas deprimidas o distantes de los grandes núcleos de población, ayudas de acceso a la vivienda, mejoras en el transporte público, una sanidad mejor y de mayor calidad a la actual, mejores vías de comunicación, telecomunicaciones, Internet y, sobre todo, alternativas laborales para la mujer y la creación de empleo cualificado, porque sin empleo todo lo anterior tampoco resolvería el problema por sí solo. El empleo, y más el cualificado, debe ser el eje principal del programa.
Iniciativas en el territorio
Afortunadamente no todo el mundo cree que el freno a la despoblación es una causa perdida. En los últimos años se está tomando conciencia muy en serio del problema, especialmente desde los ayuntamientos. Uno de los proyectos destacados es el promovido por la Mancomunidad de Vitigudino, entidad que ha decidido confiar en la empresa privada, Proyecto Arraigo, para atraer en los próximos seis meses a una veintena de familias, una iniciativa que más que repoblar la España Vaciada lo que sí hace es dar una salida a familias que buscan otro proyecto de vida, lo cual no deja de ser una buena noticia para el medio rural.
En este momento, la Mancomunidad ha iniciado el proceso de recopilación de datos en los 19 municipios mancomunados. Para ello ha contratado a tres técnicos que realizarán el trabajo de campo para que Proyecto Arraigo busque familias, de acuerdo al perfil más idóneo, interesadas en vivir en el medio rural. Para ello, la Mancomunidad cuenta con un presupuesto de 95.407 euros, y de los que 90.637 euros serán subvencionados por la JCyL, lo que equivale a un 95%. En este tiempo, los tres técnicos recabarán datos sobre las posibilidades de vivienda y empleo en cada municipio, principalmente.
Los municipios mancomunados son: Ahigal de Villarino, Barceo, Bogajo, Brincones, Cipérez, Cubo de Don Sancho (El), Espadaña, lruelos, Moronta, Peralejos de Abajo, Peralejos de Arriba, Pozos de Hinojo, Puertas, Sanchón de la Ribera, Valsalabroso, Villar de Samaniego, Villarmuerto, Villavieja de Yeltes y Yecla de Yeltes.
Otra iniciativa similar es la promovida por el Ayuntamiento de Lumbrales a través de la plataforma Hola Pueblo, una propuesta que, como la del Proyecto Arraigo, no es la solución para repoblar los pueblos, pero sí para facilitar a muchas familias que recompongan sus vidas en uno de ellos.
Apuesta de la Diputación
La Diputación de Salamanca promueve dos ‘Ferias de relevo generacional’ con el objeto de facilitar la continuidad de negocios en fase o riesgo de desaparición en el medio rural por falta de profesionales para su gestión y explotación. En las dos ferias, programadas para el mes de abril, se pretende “poner en contacto a personas que estén interesadas en adquirir o traspasar negocios en funcionamiento”. Se trata de una novedosa iniciativa impulsada a través de los fondos contra la despoblación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España y que se desarrollará el 13 de abril en el municipio de La Alberca y el 20 de abril en Villamayor.