Fabúla: La zorra y el chivo (adaptado)

Admiraba el chivo Ivo, a una zorra muy lista, y se hizo amigo de ella. Le acompañaba a todas partes y observaba cómo se las ingeniaba para conseguir siempre lo que quería.

Un día, les entró sed y el chivo propuso a la zorra bajar a beber a un pozo. Así que ambos descendieron con cuidado. Después de saciar la sed, se dieron cuenta de que las paredes eran resbaladizas, el borde estaba muy lejos y resultaba empresa difícil salir fuera del pozo.

La zorra, viendo que Ivo se ponía nervioso, le dijo:

— No te preocupes, yo sé cómo salir. Si te apoyas en la pared y me dejas subir encima de ti, podré trepar hasta arriba y después lanzar “algo” para que tú también puedas subir. ¿Te parece, amigo?

Al chivo le pareció buena idea y la zorra trepó con agilidad desde el lomo de Ivo y de un salto, ya estaba fuera. Pero la zorra, muy zorra ella, en lugar de preocuparse por el chivo, salió corriendo. Ivo la llamó, pero la zorra Ra, gritó desde la lejanía.

—Si te hubieras preocupado por cómo salir del pozo antes de entrar, no te encontraría ahora atrapado.

Esta forma de sentir puede ser consecuencia de una especie de insensibilidad y empatía hacia el dolor ajeno. Lo que produce un distanciamiento. La vida, lo queramos o no, es una experiencia repleta de frustraciones. Por eso, ¡mucho ojo!, con los egocéntricos cuando tienen poder. Si considera que los otros han sido injustos con su persona, han infravalorado sus cualidades, son vengativos y crueles. También es habitual ver cómo redoblan sus esfuerzos para intentar ponerse por encima ante los otros. Busca que el pueblo le reconozca como líder y cante loas a su gobernanza, aunque esta vaya igual que “una moto sin frenos”

No hay síntoma más claro de la borrachera de poder —que el afán desmedido por aferrarse al puesto— Nuestra “democracia” hoy se encuentra en grave peligro. No importa el precio a pagar con tal de seguir en el sillón. Si la cuerda se tensa, se hace todo tipo de piruetas en un cambalache enfermizo y personalista.

El objetivo es seguir engordando el ego, acumular aplausos faciles y tener un oído frente al otro. La insolaridad deriva en culto desmedido hacia su persona. Liturgia pagada con dinero público.