Una decena de vehículos se mueven en Salamanca entre hospitales, centros de salud, residencias y centros de fisioterapia: para muchas personas en silla de ruedas, son la única posibilidad de desplazamiento.
Viajar dentro de un taxi adaptado para sillas de ruedas es escuchar llamadas continuas: clientes esperando en una residencia, en un centro de salud, en el hospital. Los compañeros se avisan unos a otros para cubrir el servicio. Por las mañanas, a ratos no dan abasto.
En Salamanca hay diez taxis adaptados, siguiendo la normativa europea, un 5% de la flota. “Hay momentos puntuales en los que haría falta alguno más, y otros en los que sobramos la mitad”, reflexiona Jesús Sierra, taxista de un vehículo adaptado. Óscar de Saa Corral, de servicios de taxi del Grupo Fabián Martín, cuenta que hace una década solo eran cuatro en la capital. “Todos tienen trabajo, al menos por la mañana, y cada vez más”, cuenta. Los taxistas explican que la mayor parte de las carreras son a residencias de ancianos, hospitales, centros de salud y de fisioterapia. La rampa que se desliza desde la parte trasera de un taxi adaptado es, muchas veces, la única posibilidad que estas personas tienen de llegar a un lugar.
Jesús Sierra recuerda que es aconsejable llamar el día antes para quedar con el taxista a una hora concreta y asegurar que va a haber alguien disponible. “Somos pocos y nunca estamos trabajando los diez porque siempre porque hay alguno de descanso”. Precisamente, en esta norma los taxistas encuentran una limitación que perjudica a su trabajo. “Reivindicamos desde hace tiempo que a los Eurotaxis nos dejen trabajar todos los días, como pasa en otras muchas ciudades. Así la demanda estaría cubierta más que de sobra”, explica. El conductor añade que hay días en los que solo hay seis o siete vehículos adaptados circulando, lo que dificulta el poder atender a toda la población que lo necesita. “La gente que está en silla de ruedas no está por gusto, sino por necesidad. A la vez que les ofreces este servicio se lo estás quitando, porque la normativa dice que los taxis tienen que descansar un día y medio”. Jesús aclara que este cambio en la medida no perjudica a los taxis convencionales ya que simplemente sumarían dos o tres vehículos a los 186 que están circulando diariamente. “Siempre tenemos conductores de reserva dados de alta que pueden utilizar esos coches. Si nos dan la oportunidad de trabajar todos los días podríamos hacerlo sin ningún tipo de problema”, corrobora Óscar.
Y es que los taxistas recuerdan que la inversión en este tipo de vehículos es mucho mayor que en un taxi normal. La adaptación, que consiste principalmente en la instalación de una rampa, cuesta alrededor de 12.000 euros. “Dependiendo del modelo hay que hacer más o menos transformación y rebajar el suelo. Intentamos comprarlos de gama alta y que nos dure tres o cuatro años más para amortizarlos”, apunta Óscar. A esto se suma la escasez de modelos adaptables dentro de las marcas y que obligan, según puntualiza Jesús, a desembolsar más de 30.000 euros por un vehículo. Por lo demás, los taxis adaptados disponen de la misma licencia. “A la larga merece la pena invertir en un taxi adaptado”, reconoce Jesús.