Lamenta que los nuevos directores de castings busquen protagonistas en función del número de likes y de seguidores, aunque reconoce que por su trayectoria, los que han trabajado con ella la eligen
Algunos la conocen como actriz en series de TV como ‘Mercado Central’, ‘Amar es para siempre’ o ‘Servir y proteger’. Otros recuerdan su éxito en los musicales ‘Cats’, ‘Más de cien mentiras’ o ‘El hombre de la Mancha’, con el que triunfó en México. También ha hecho teatro, cine, anuncios… pero por encima de todo es un artista con mayúsculas, que vive con pasión su actividad creativa y profesional, con una personalidad arrebatadora y las ideas muy claras sobre su propio desarrollo personal y su capacidad de mejorar la sociedad.
Hablar con Guadalupe Lancho ha sido un deleite enriquecedor. Nació y creció en Salamanca, donde también estudió Derecho, aunque después decidió marchar a Madrid en busca de la felicidad que le proporciona el mundo artístico, en todas sus facetas.
¿Qué recuerdos tienes de tu vida en Salamanca?
Mis amigas de toda la vida siguen siendo las del Colegio, de las Esclavas, intentamos vernos, hacer un viaje al año, conservo a mis amigos del coro de la Pontificia y, por supuesto, los rincones mágicos de mi ciudad, que la llevo con muchísimo orgullo.
¿Y en esa etapa aquí ya brotaban tus impulsos artísticos?
Yo nací con un alma y un corazón de artista. En mi niñez, me recuerdo bailando, en éxtasis, mientras mi cuerpo danzaba o escuchaba a mi madre tocar, que fue profesora de piano, escuchar acordes de Debussy, mi espíritu se expandía y de pequeña no sabes ponerle palabras a eso, ahora sí: mi corazón era artístico.
Llegó un momento en el que quería ser bailarina y no se podía hacer en Salamanca y lo más lógico y orgánico era estudiar en la Universidad, lo hice, pero cuando fui a Madrid volví a reconocerme en esa expresión artística. Soy más yo que nunca cuando comparto mi ser en el escenario, da igual que sea en un espectáculo de teatro, que en uno televisivo o una performance con alguien.
Igual la lección es ser feliz, aunque haya que salirse del camino que te marca el entorno o los convencionalismos
Para mí no es salir, es volver al origen, al núcleo y reconocer que la felicidad es el camino, que la alegría es una decisión y que estamos aquí de paso. Bueno, también tenemos una responsabilidad con los dones con los que hemos nacido y yo sí soy consciente de ellos, de mi capacidad de expresarme, no solo verbalmente, sino con mi cuerpo, y sobre todo ahora con mi creatividad, que es con lo que estoy comprometida ahora, con hacer mis propios proyectos, con expandirme de muchísimas maneras.
El público te ha visto en películas, series, obras de teatro, musicales… ¿Cómo se entra en esa rueda profesional cuándo nadie te conoce?
Yo sigo pensando que nadie me conoce, es decir, ser alguien es un convencionalismo y una etiqueta mental que no es real. Para los nuevos directores de castings, tal y cómo se está manejando ahora mismo la industria, no soy nadie, porque ahora ser alguien es una etiqueta que la da el número de likes y de seguidores y el número de gente que pincha en las búsquedas de Google.
Actualmente, las grandes productoras de Netflix o de HBO, por ejemplo, siempre buscan gente que tenga nombre, pero ¿qué es eso de tener nombre?, yo sigo sin tener nombre, sin embargo, en el tú a tú, en el ‘one to one’, hay muchísima gente que me reconoce. Si me ven teatro reconocen mi voz, “tú eres la de Servir y Proteger, tú eres la de Mercado Central”. Estoy en un limbo en el que no soy popular, pero estoy en el corazón de mucha gente. Y a la vez, eso permite seguir siendo anónima e ir a una playa y tener libertad si quiero desnudarme o hacer lo que me dé la gana.
Si, la fama o la popularidad pueden ser muy dañinas
Estoy conquistando esa paz de no tener esa vorágine, de descansar en el no afán de reconocimiento, que es un poco el peligro de nuestra profesión, cuando tu identidad está asociada a que te reconozcan. Eso es un peligro horrible, porque empiezas una rueda de ansiedad muy peligrosa. Otra cosa es que lo peor de mi trabajo es no tener trabajo. Y si para tenerlo necesito ser reconocida, ahí está la lucha del ratón.
Pero hay muchas maneras de estar en el mundo creativamente, de ser feliz y estar al servicio de la gente desde otro lugar, a partir de tu propia creatividad y de juego interior: ahí estoy yo.
Además, los castings han cambiado mucho y el sistema de selección de personal es más frío, ¿verdad?
Llega un momento en el que sí se respeta la trayectoria de alguien, entonces si tengo que audicionar el musical, voy a las últimas fases. Ahora, por desgraciada no accedes a un casting, se reduce a un ‘self tape’, es decir que tú te grabas a ti misma, sin ninguna referencia de dirección y eso, que es como un tiro al aire, puede llegar o no llegar.
Si interesas, lo mejor que te puede pasar es que te vean en persona, ahí yo ya tengo más poder porque mi energía es mucho más magnética cuando estoy presente y me pueden valorar más. Pero lo peor es que ahora, como decía antes, para acceder a un casting, tienes que pasar el filtro de que seas interesante para el mercado, es decir, que tengas audiencia, que tengas seguidores.
Es un poco este juego extraño pero creo que hay huecos por los que me puedo colar y es lo que hago. Muchas veces en las series paso sin casting porque ya me conoce el director de haber trabajado conmigo y la rueda para mi es distinta, pero es complicado, no es fácil para nada y esto es un trabajo vocacional y mi propósito no es ser famosa es ser feliz con el trabajo.
Hay que tener mucha fortaleza mental para aguantar esos procesos, ¿y también para entrar y luego salir de la vida de los personajes que interpretas?
Eso para mí es un juego, estoy en una escuela de interpretación en la que se asume así y no con perversiones psíquicas o mentales como las de algunos maestros de interpretación que confunden al intérprete. Aquí la base está en que mi identidad de Guadalupe como ser no está asociada a la Guadalupe como producto.
Entonces, si yo veo que el director de casting o el jefe de una cadena dice “Guadalupe no, alguien que tenga más nombre”, que eso no me reste valor. Lo importante es la auto pertenencia.
Es una paradoja porque siempre como artista quieres pertenecer a algo más grande que tú, pero la base es que yo tengo que saber quién soy y el valor no tiene que venir de ninguna mirada externa porque si no estoy perdida.
Repasando tus trabajos, ¿cuáles son los que te hacen sentir más orgullosa?
Siempre digo que en los musicales ‘Cats’ o ‘El hombre de la Mancha’ fueron compañías que no eran compañías sin más, eran ensambles, ahí ocurría algo mucho más grande que la suma de cada uno de nosotros, había una comunión, cuando perteneces a algo así no tienes límite.
Para mí el propósito de cualquier cosa que haga es expansión, no reconocimiento. En esos dos casos accedía a cotas de felicidad grandísimas, precisamente por diluirme en una totalidad, sin ser yo y a la vez brillando más que nunca.
También estoy muy orgullosa de cada cortometraje que ha sido premiado, porque son pequeños tesoros que no han llegado al gran público, pero ahí están.
Y del mismo modo de mi papel en ‘Servir y Proteger’ porque pasó lo mismo, era una producción en estado de gracia por las personas que la componían y yo es a lo que aspiro, a estar gente mejor que yo y a la que yo pueda ayudar a crecer.
Pero esto no solo me pasa como actriz, me pasa también con las pequeñas cosas que voy creando, como el producto que cree con Gloria Hernández de La Malhablada. Estoy orgullosa de cada cosa que nace de mi corazón y está alineada de verdad con lo que quiero
En el plano contrario, ¿te arrepientes de algo de lo que hayas hecho en el mundo artístico?
No me arrepiento de nada porque soy quien soy por cada paso que he elegido consciente y, sobre todo, inconscientemente. He hecho cosas horrorosas, pero incluso de ellas saco algo positivo, como mínimo, un aprendizaje. Todo deja poso, todo deja huella.
No obstante, muchas veces me pregunto qué hubiera sido de mi ahora si hubiera estudiado interpretación a los 18 años. Si hubiera tenido ese propósito claro, porque he estado muy dispersa, tocando muchas facetas del arte, pero eso me hace ahora ser tan ecléctica.
Muchas veces la gente me dice “¿pero qué eres?”, y es que soy muchas cosas.
¿Puedes elegir lo que quieres o a veces por la necesidad de trabajo aceptas proyectos menos atractivos?
Estoy en el punto de que elijo trabajos alimenticios, aunque si hay algo incongruente con mis valores por supuesto que no lo acepto, aunque no sepa cómo voy a pagar la hipoteca en tres meses.
Gracias a Dios estoy en una marea en la que las cosas van y vienen y me permite cierto equilibrio económico, pero muchas veces hago trabajos que artísticamente no me satisfacen del todo pero necesito hacerlos.
Por eso lo que quiero es crear cosas propias en las que los demás se sientan reconocidos y no se sientan solos.
De hecho, hay un proyecto muy especial que estás ultimando, ¿verdad?
Si, se trata de un concierto poético muy personal que llegará en primavera y me encantaría estrenarlo en Salamanca y tiene que ver con ese fuego interior, esa llamada interna del ser.
Esperaremos con ganas ese espectáculo, pero antes de despedirte y para que nuestros lectores te conozcan mejor te proponemos seis preguntas rápidas para respuestas cortas. Empezamos ¿Salamanca o Madrid?
En mi corazón caben las dos
¿Cine o TV?
Por desgracia he hecho poco cine, así que cine
¿Cantar o bailar?
Mi alma baila y mi corazón canta
¿Películas en blanco y negro o actuales?
Actuales
¿Una actriz que admires?
De Emma Thompson me fascina todo lo que hace
¿Una cantante que te llegue más?
Kate Bass es una inspiración para mi
¿Poesía o prosa?
Prosa poética
¿Pasado, presente y futuro?
Siempre el presente