Las camper son una tendencia al alza y cada vez son más los salmantinos que invierten en este tipo de vehículos con el fin de dejar de preocuparse por reservar hoteles, campings o apartamentos.
Despertar en parajes naturales, improvisar rutas, perderse por caminos sin tener que preocuparse por hacer el check in… Las ventajas de viajar en furgoneta han conquistado a multitud de salmantinos. Con pequeños hogares a cuestas, los amantes de las camper disfrutan de sus escapadas desde un punto de vista más flexible.
Desde que Juansal Martiño hiciera su primer viaje en furgoneta hace 14 años, tuvo claro que esa sería su manera de descubrir el mundo. “Me encanta viajar y no tengo tanto poder adquisitivo como para quedarme en hoteles. Siempre iba a un camping, pero veía que me limitaba”, explica. Ya hace algo más de año y medio que tomó la decisión de comprar la furgoneta que este verano le ha llevado hasta Suiza. “Te da libertad: puedes improvisar, ir donde quieras, amanecer en el sitio más chulo”. Su amigo Miguel Martín viaja también en familia, con su pareja y su hija de dos años. Para él, lo mejor de la furgoneta es poder decidir dónde duermes cada día. “No necesitas hacer ninguna reserva. Si un fin de semana te apetece salir fuera, directamente arrancas y te marchas”, cuenta.
Sin duda es un medio idóneo para los aficionados a la montaña, como Elisa Casado, propietaria de una furgoneta junto a su pareja, Miguel Bernal, y su hermano, Diego Bernal. "A nosotros nos gusta mucho hacer senderismo. La furgoneta nos ha facilitado ciertas rutas porque dormimos en el lugar de inicio y aprovechamos mejor el tiempo", observa. Su vehículo les ha permitido recorrer, entre otros territorios, el norte del país, y descubrir pequeñas playas y otros paraísos naturales. "También nos facilita el transporte de bicicletas. Hacemos rutas y todavía disfrutamos mucho más del entorno. Pasar la noche en un hotel de Asturias a nosotros nos da la sensación de que nos apalanca más y de que conocemos menos el entorno".
El precio del combustible es la principal traba que afrontan. “Las furgonetas tiran mucho y aunque te desplaces cerca, sube. Aún así, es más barato que ir a hoteles”, observa Miguel Bernal. El mal tiempo es otro de los inconvenientes para quienes no tienen calefacción y una estructura más precaria. “Los sitios en los que aparcas no suelen estar muy céntricos, entonces no es tan fácil si hace mal tiempo acercarte a algún lado a tomar algo”, explica Eva Diez, otra propietaria de este tipo de vehículos.
El nivel interno de acondicionamiento de las furgonetas es muy diferente, desde colocar simplemente un colchón para dormir hasta instalar un baño. La furgoneta que comparten Miguel, Diego y Elisa dispone de una estructura manual de módulos, que se adaptan en función del número de pasajeros. “Hemos preferido la alternancia entre disponer de asientos para nueve personas y dormir cinco a camperizarla como tal”, aclara Diego.
La presencia de familias con niños entre los viajeros en furgoneta es muy habitual. Miguel Martín asegura que las adaptaciones que requieren son muy sencillas. “Una pequeña camita, un adaptador de corriente para poder enchufar la batidora y preparar los purés y la silla reglamentaria. No son unas modificaciones enormes”.
Miguel Martín y Juansal Martiño coinciden en señalar cierta acritud por parte de ciertos sectores hacia las personas que viajan con furgoneta. “Están criminalizando a las furgonetas porque piensan que dejamos basura donde vamos y no es verdad. Estamos muy concienciados con el medio ambiente”, defiende Juansal. “Nosotros aportamos mucho en la economía de los lugares a los que viajamos. Vamos a la gasolinera, hacemos compras, comemos en los restaurantes… nos tienen como viajeros de segunda cuando es al revés”, se lamenta Miguel Martín.
Quienes viajan en furgoneta deben cumplir una normativa. No se puede aparcar para dormir en parques naturales ni tampoco en lugares próximos al litoral. Y en el resto de los espacios se puede pernoctar, pero no acampar, es decir, no está permitida la actividad fuera del vehículo, como abrir toldos, el maletero o sacar un taburete.
Con la popularización de este fenómeno, Miguel Martín detecta un cambio en el perfil de usuario. “Antes era más alternativo y ahora se ha masificado muchísimo. El tipo de vehículos que se ven son muchísimo más caros, el perfil es más elitista”.
En cualquiera de los casos, la furgoneta convierte el viaje en una experiencia distinta: más improvisada, más conectada con el paisaje y más libre.