Pasado mañana, domingo 22 de junio, es el día tradicionalmente conocido en España como día del DOMUND, aunque el título oficial para toda la Iglesia católica es el de Jornada Mundial de las Misiones.
En España conocemos bien el tema de las misiones. Lo original es la acción de la misión, para la que Cristo puso en marcha su iglesia. Y a la que todos los cristianos, todos los bautizados, estamos llamados: seréis mis testigos hasta los confines de la tierra. En esa misión participaron desde el principio los apóstoles, convocados por Jesús, y todos los creyentes.
El objetivo de la misión es el de dar a conocer a Cristo, Dios y hombre, y su entrega de amor hasta la muerte en favor de todos los hombres. Desde el principio los creyentes manifestaron el amor de Dios, y también su perdón y misericordia. Y cumplieron el encargo de amarse los unos a los otros, en nombre de Dios, “para que el mundo crea”. Hasta mostraron ese amor de una manera organizada, creando la institución de los diáconos para la atención a las viudas y a los pobres, mostrando esa dimensión amorosa hasta con la entrega de su propia vida, como es el caso del diácono Esteban.
En medio de los cuatro siglos de persecuciones, ese amor se dejaba ver hasta el punto de que los que contemplaban a los cristianos decían: “mirad cómo se aman”.
A partir de finales del siglo XV, riadas de misioneros fueron enviados a llevar el anuncio del evangelio a los pueblos que se iban descubriendo y conociendo en el continente iberoamericano, y los iban evangelizando y educando a base de catequesis, incluso contando con la ayuda de los niños, que aprendían más fácilmente los idiomas y podían transmitir las enseñanzas del evangelio a sus propios padres y familias.
Los españoles, especialmente los religiosos, se tomaron en serio el encargo de Papa de evangelizar el nuevo mundo, las nuevas tierras y sus habitantes. La inspiración de esta misión la tomaban los misioneros de las experiencias y ejemplo de los evangelizadores del siglo primero. Así, incluso los primeros misioneros de América fueron enviados de doce en doce: dominicos, agustinos, franciscanos, y más tarde los jesuitas. El ideal de todos era aprender del comportamiento y el espíritu evangelizador de los primeros apóstoles.
Enseguida se agrupan los indios en pueblos, se organizan para producir alimentos, para formarse en las catequesis, para formarse igualmente en los nuevos colegios que los misioneros creaban, y que pronto llegaron a convertirse en universidades al estilo de la de Salamanca. Hay que saber que muchos de los primeros misioneros, o se formaron en Salamanca o se prepararon en ella para marchar a América.
Sabemos ahora que los misioneros fueron grandes defensores de la justicia y promocionaron decididamente el desarrollo de los indígenas. La formación cristiana llegaba hasta la creación de nuevas diócesis con sus correspondientes catedrales, similares a las españolas, que en los primeros años eran incluso financiadas por la Corona, que se hizo también responsable de la evangelización por encargo del Papa.
Estas grandes promociones en América y Filipinas, han sido después realizadas por los misioneros, incluidos los 10.000 españoles, en África y en Asia. De modo que los nativos de estos continentes esperan y desean que más misioneros de España, de Europa, e incluso de Hispanoamérica, vayan hasta ellos y los hagan partícipes de la Buena Nueva de Jesús.
Y detrás de los misioneros de primera fila hay toda una retaguardia de misioneros colaboradores con la acción evangelizadora de los enviados. Y las Iglesias nacientes solicitan a las más antiguas, principalmente de Europa y de los Estados Unidos, que les apoyen y estén detrás de ellas con sus oraciones, el ofrecimiento de sus enfermedades y sufrimientos, el esfuerzo por conocer lo que están haciendo y los frutos de nueva evangelización que se realiza en ellas, pero también esperan el apoyo económico.
Y los africanos y asiáticos comprenden que merece la pena participar en el desarrollo humano y cristiano promovido por los evangelizadores, y sueñan esperando la llegada de más personal misionero, y de más medios materiales y espirituales. Y esto es lo que nos recuerdan en la jornada del DOMUND.
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