La meteorología estuvo del lado de los participantes, haciendo más llevaderas las inmersiones en el Águeda
Finalizada la prueba Family/Iniciación/Jóvenes Farinatos, de carácter plenamente lúdico, la sesión sabatina de la Farinato Race cambió de cariz al caer la noche con la carrera nocturna, en la que tomaron parte verdaderos profesionales de las carreras de obstáculos, aunque también hubo unos cuantos grupos que fueron a ‘pasárselo bien’, completando el recorrido en buena compañía, ayudándose lo máximo posible y sin ninguna prisa (entre los grupos hubo uno de agentes de la Guardia Civil, con camisetas identificativas).
Para estar preparados para el esfuerzo que había que realizar, todos los participantes pudieron tomar parte en la pista de Bolonia en una sesión de calentamiento dirigida por Felipe Ríos, que fue también el encargado de guiarlos hacia la salida, situada en el foso de la Rúa del Sol (al igual que en la prueba previa, hubo que llegar a la misma saltando desde el Revellín de San Andrés). Esa salida se dio a conocer a todo Ciudad Rodrigo mediante el lanzamiento de una serie de cohetes.
Con el frontal encendido en la frente como elemento obligatorio, los deportistas iniciaron la carrera poniendo rumbo hacia el ‘puente’ de acceso al Registro, que tuvieron que superar, bajando de nuevo al foso para continuar hasta la Avenida Yurramendi, desde donde volvieron ‘hacia atrás’, hasta el Registro, para subir por la Puerta del Conde a la muralla, de la que bajaron por primera vez por la Puerta de Amayuelas.
A partir de ahí, se volvieron a meter en el foso, realizando varias ‘idas y venidas’ entre la Avenida de Yurramendi y la Puerta de San Vicente, tanto por el foso como por el glacis con obstáculos diversos. Obviamente, en todo este tramo lució bastante el patrimonio histórico mirobrigense, estando encendida la iluminación artística de la Catedral, Cerralbo, el lienzo de la muralla y el Parador. Desde la Puerta de San Vicente, hubo también un trayecto de ida y vuelta (hasta las cercanías de la Puerta de La Colada) por el glacis y el foso, subiendo de nuevo por la Puerta de San Vicente a la muralla, de donde bajaron en la Puerta de Santiago.
En ese punto tomaron la Cuesta de las Emes, para afrontar el tramo acuático de la prueba, con un primer paso del Águeda en el Canal de La Concha (tras el cual había una alambrada), un trayecto por el río en las inmediaciones del Puente Mayor, otro paso en la zona de los pontones y la pasarela del camping, y uno último junto a la pasarela que da acceso a la isla de El Picón. La velada del sábado contó con una climatología muy agradable, con una aceptable temperatura y sin nada de viento (a diferencia de noches previas), con lo cual estos cruces del río fueron más ‘llevaderos’ (el problema principal en torno al río para unos cuantos fue -además del lodo en el Canal de La Concha- el agua que tragaron por accidente).
A partir de ahí, abandonaron la Alameda Vieja por la Cuesta de las Higueras, que no llegaron a realizar al completo, desviándose para salir hacia San Pelayo, y afrontar los últimos obstáculos, con el clásico barro en las cercanías del Puente de San Felipe, y varias estructuras en los dos fosos de la Rúa del Sol (que cruzaron por el túnel existente, con bastante vegetación en estos momentos) antes de escalar la red final y saltar el clásico fuego.
Hay que recordar que en caso de no poder o no querer superar un obstáculo, los participantes tuvieron que realizar como castigo los denominados ‘burpees’ (cada obstáculo fue supervisado por un miembro de la organización). Como decíamos al principio, cada participante afrontó la carrera a su ritmo, entrando en meta el último grupo cuando faltaba poco más de un minuto para cumplirse las 2 horas desde la salida.