Se hace indispensable que valoremos y respetemos más nuestro folclore y tradiciones, que lo son de todos los salmantinos y nos cohesionan como pueblo más allá de ideologías u otras cuestiones.
Uno de los días grandes para el folclore salmantino, más allá de la afamada Fiesta de La Charrada que se celebra en Ciudad Rodrigo es, sin duda, el Día del Tamborilero que se celebra cada año en la capital provincial, que supone un merecido homenaje en la ciudad de Salamanca a la figura de nuestros tamborileros y a nuestro folclore.
Una cita anual que organizan con mimo y cariño los propios tamborileros, conscientes de que es uno de los actos por excelencia de nuestro folclore, en el que se dan cita tamborileros llegados de diferentes puntos de la provincia, que con su buen arte deleitan cada año a los congregados en la Plaza Mayor salmantina con los diferentes sones y ritmos que atesora la música autóctona de nuestra provincia, desde la Sierra de Francia a Las Arribes, desde El Rebollar a La Armuña, pasando por el Campo Charro.
Sin embargo, este año, desgraciadamente, el Día del Tamborilero se ha visto deslucido por haber irrumpido en pleno acto una manifestación ilegal de protesta política, vociferando gritos y abriéndose paso en la Plaza Mayor a empujones, ‘reventando’ de esta forma uno de los actos más insignes de nuestro folclore, en una especie de ‘escrache’ contra nuestras tradiciones.
Y sin entrar a valorar las razones que motivaban la protesta, sí me parece lamentable que hayan querido concentrarse sin contar además con la necesaria autorización, en un espacio que ese día era el depositario de nuestra riqueza musical, porque así estaba anunciado, y porque los tamborileros sí habían hecho sus deberes en cuanto a pedir los permisos correspondientes.
Sin duda, el penoso devenir de los hechos ha sido fruto de la falta de respeto hacia nuestro folclore de unas personas que parecen creerse por encima de todo y de todos, empecinándose además en hacer una protesta en la misma plaza en que había programado un acto como el Día del Tamborilero, como si no hubiese más plazas o calles en la ciudad de Salamanca donde poder concentrarse.
No obstante, parece que cuando se trata de nuestras tradiciones y nuestro folclore, el respeto esté un paso por detrás del que se profiere a otras cosas, quizá porque nos falte autoestima como pueblo y parte de nuestro paisanaje considere que aquellas cosas intrínsecas a nuestra tierra carecen de valor y que, por tanto, se pueden deslucir los actos en que se expone nuestro folclore, o lo que es lo mismo, nuestras raíces e identidad.
Quizá, y atendiendo al perfil de quienes asistían a dicha protesta, es que no han entendido que el folclore salmantino es parte indispensable de España, y que no se puede entender la riqueza cultural y musical de España sin la que atesoramos en este rincón del antiguo Reino de León. Y es que, en definitiva, ser salmantinos, con todo lo que ello conlleva de tradiciones, es nuestra forma de ser españoles y de aportar nuestro granito de arena a esa patria común que es España, en que cada provincia y cada región aporta sus tradiciones para dotarla de una mayor riqueza cultural.
Por todo ello, se hace indispensable que valoremos y respetemos mucho más nuestro folclore y tradiciones, que lo son de todos los salmantinos y nos cohesionan como pueblo más allá de las ideologías u otras cuestiones. Un respeto hacia nuestro folclore que, además, se lo debemos a todos aquellos que nos lo han ido legando de generación en generación para que hoy podamos disfrutarlo.
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