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Faltó emoción pese al triunfo
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LA TARDE VISTA POR FERMÍN GONZÁLEZ

Faltó emoción pese al triunfo

Actualizado 17/09/2023 12:37
Fermín González

El toreo es un arte y un oficio. Un arte como expresión plástica y un oficio como mayor o menor habilidad en la lidia de reses bravas. Cuando el oficio se personaliza, se distingue del mero conocimiento y se eleva con singularidades y acentos propios, adquiere categoría artística individual concreta. Surge el gran torero, el artista del toreo o el torero artista, que supone una superioridad, una expresión que no está subordinada al oficio, porque toma del arte de torear lo que tiene de belleza, de gracia, y crea una síntesis de particulares dones, cualidades, actitudes y aptitudes. Esto significa no solo saber torear, sino interpretar estéticamente la plasticidad del toreo como lucha, engaño, luz, color, valentía, entrega, estilo; en una palabra , realizar su obra a través del 'gesto'.

Para muchos públicos de hoy, la lidia, ya sea por desconocimiento de la misma, por escasez de maestros lidiadores o porque los toros tienen poco que lidiar, el caso es que tal recurso cuando casualmente ocurre es un aburrimiento y solo el toreo un placer. Para el toreo o para el verdadero aficionado, la primera es un imperativo digno de atención, la segunda una brillante inspiración. Las faenas más lúcidas se hicieron siempre cuando el toro había sido sometido previamente. Hoy el toro que conforma las faenas es un animal (salvo puntuales excepciones) 'robot', inocente, titubeante, que resta emoción e incógnita dramática. Pero ya no queda más remedio que aprovechar los toros, según salen por toriles carentes de diversidad, de fiereza, de poder y nervio, pero con empalagosa nobleza. De esto deducimos la controversia entre entusiastas de hoy y los románticos del pasado.

Se venía anunciando que el tiempo iba a cambiar, nada extraño con estos vaivenes en la climatología, que se vienen sucediendo desgraciadamente por los estragos desatados. Finalmente conocíamos al sustituto de Morante, el sevillano iba a ser el sostén de esta feria y posiblemente ni lo veamos. En su ausencia, Tomas Rufo, que el año pasado salió por la puerta grande de esta plaza; y cuando he preguntado ¿de qué se acuerdan de su paso por esta? nadie sabía nada. Acompañará a Castella, que pasa a director de lidia, pero es de faenas de largo metraje y a servidor se le torna pesado; Manzanares, con buena sintonía en esta plaza, pasa al centro del cartel, queda esperar cómo se presenta la plaza y si nos debatiremos entre la tormenta, el agua o la corrida de los 'Jiménez'. Ya en el desenjaule la corrida no gusto a los parroquianos.

Siguió sin gustar según iban apareciendo por toriles, a saberse, Castella lo pasó de capa a su primero sin apreturas, picotazo cumple en banderillas y, tras inicio variado en la muleta, lo saca a los medios de rechazos de buen tono bien rematados, dominador el francés muleteo fácil, el toro baja al natural, claudicó y comenzó a cabecear; lo mató Castella de trasera atravesada y se fue ovacionado. Su segundo animal tampoco se picó. Castella vio como estaba saliendo la corrida, dejó crudo al animal y así pudo aguantar la lidia; lo pasó con limpieza de capote elegante en el trazo y tras un quite virtuoso, cumplió en banderillas y en su muleta llevó siempre toreado al animal, con pasmosa tranquilidad, técnica superior, dándole tiempo al toro y, con series ajustadas por ambos lados, construyó una faena firme y, encajado con exquisito gusto, remató con ajustadas manoletinas y lo mató de entera tendida; y le pidieron doble ración de oreja, dos le cortó a este torito, que se premió con la vuelta al ruedo, cosas de esta plaza, un toro noble y boyante sí, pero sin cumplir en el montado.

Manzanares, inédito de capote; el animal pasó sin nota por el montado que le señaló un picotazo, no se empleó tampoco en banderillas y de muleta. Manzanares ligó buenas series de derechazos, bien rematadas, muy solvente a izquierdas, firme en su muestrario de pases, donde los de pecho tuvieron sabor y ajuste; lo mató de entera trasera y el respetable y bondadoso publico de La Glorieta le pidió la oreja por una labor animosa y de depurada técnica. A su segundo enemigo, tampoco se aplicó de capote picotazo sonando el estribo, cumplió en banderillas y construyó una faena apática, tirando de la agalbanada embestida, todo carente de ingredientes, un guiso de poco contenido, sin emoción y sin gracia, luego, incluso 'cabreado', por algún sonoro pito, se tiró a matar de mala manera, bajonazo infame y malos modos; escuchó algunos pitos.

El tercero que trenzaba el paseo, Tomás Rufo, toreó de capote a su primero con cadencia, picotazo al toro, cumple en banderillas, y Rufo con la muleta sacó toreado con gusto a los medios, tiró de la embestida sosa y carente de emoción alguna, derechazos reunidos, a media altura, los encadenó limpios al natural, exprimió cuanta tenía, se adornó por abajo, tenía la oreja en la mano por su disposición y buenas formas, pero mató de bajonazo y descabello. En su segundo, un animal más aparente acapachado, parecía que la cosa tomaría altura, pues tampoco, este recibió buena vara, quitó por chicuelinas sin mucho calor y, tras el paso por banderillas, brindóo la faena al público, muleteo de hinojos haciéndose ver con frescura, se fue a los medios y, sin mucho ajuste, montó una faena por ambos lados, pero el animal comenzó a quedarse bajo el engaño, aun así, su labor fue meritoria, pero lo atravesó con la espada, hizo guardia y la sangría fue desagradable y, tras aviso, se fue silenciado

Olga Jiménez: flojos mansos, sin presencia y faltos de raza (con la excepción del que hizo cuarto premiado con la vuelta al ruedo).

Sebastián Castellá: ovación y dos orejas (salió a hombros por la puerta del toro).

Manzanares: oreja y algunos pitos.

Tomás Rufo: ovación y silencio.