Los tres diestros salen a hombros de la Plaza de Toros bejarana tras una tarde de altibajos ante la falta de fuerza de los toros de Vellosino.
La tarde en “La Ancianita”, la Plaza de Toros de Béjar, la más antigua del mundo, no defraudó al público que pobló casi tres tercios del coso en el festejo en honor a la Virgen del Castañar. Una tarde especial sobre todo para dos debutantes en este marco taurino, y que, a pesar de haber sido anunciados en otros años, una cogida fechas antes les impidió pisar el albero textil hasta hoy: Joaquín Galdós (estaba en el cartel de 2019) y Manuel Diosleguarde (anunciado en 2022). Junto a ellos, Curro Díaz completó un cartel de diestros que estuvieron entregados en la faena y deleitaron en muchos momentos a los aficionados.
Junto a ellos, la otra parte esencial de un festejo es la ganadería, en este caso la de Vellosino. Los seis ejemplares (siete si incluimos al sobrero) tenían una buena presentación, corpulentos, con hechuras y bien astados. Sin embargo, en general, los toros que salieron a la arena mostraron falta de fuerza, dificultando algunos de ellos que los toreros pudieran hilvanar un par de pases seguidos, llevándose los morlacos alguna que otra pitada. Tan notable era esa falta de energía que el quinto de la tarde fue devuelto a los toriles para dar entrada al sobrero, el cual, por cierto, fue uno de los mejores ejemplares de la tarde.
Curro Díaz abrió la tarde con un primer toro del que pudo sacar un buen puñado de pases, con una faena precisa y elegante, y a pesar de un primer pinchazo, conseguía una más que correcta estocada que le daba como premio dos orejas. No pudo el de Linares repetir éxitos con el cuarto, un toro que evidenció falta de fondo casi desde su salida al ruedo y a pesar de los intentos de Díaz, este toro se llevó los pitos del público.
El peruano Galdós se mostró dispuesto y con ganas en sus dos ejemplares. En su primer astado, tras el paso por el tercio de picadores y banderillas, nuevamente la flaqueza del Vellosino limitaron una faena en la que Joaquín Galdós puso empeño y consiguió la ovación del publico. Parecía que la historia se iba a repetir en el quinto del festejo, pero fue devuelto a los corrales y la salida del sobrero fue una bendición para el torero debutante en Béjar: muletazos de largo recorrido, cerca de las astas, bien plantado en el albero y con templanza, fue como logró Galdós arrancar los olés de los bejaranos y el diestro se deleitó en una faena y altura que le premió, tras estocada y descabello, dos orejas y rabo.
Las miradas se centraban en Manuel Diosleguarde, quien por fin hacía el paseíllo en la plaza de Béjar. Diosleguarde demostró su versatilidad con dos toros que tenían similitudes, pero sobre todo una gran diferencia: Manuel supo administrar la energía de ambos morlacos para sacar gotas de toreo de donde había poco. Sobre todo esto fue notable en su primero, tercero de la tarde, donde el torero ordenó hacer muy leve el picado del animal, viendo lo que había ocurrido en el anterior con Galdós. Eso le permitió desarrollar una faena sobria, con mano firme y buen temple. Una buena estocada ayudó a que se le premiara con dos orejas y rabo. Sin embargo, en el sexto, se vio al Diosleguarde de las grandes tardes recientes. En cuanto el animal embistió y tuvo algo de fuerza, el diestro charro saco el elixir taurino que atesora, con largas tandas, atrevidos y arriesgados pases y sacando más de una ovación al respetable. Tras la estocada, este buen sexto daba a Manuel Diosleguarde dos orejas.
De esta manera, los tres toreros salían a hombros de una plaza presidida por la Virgen de los Toreros, que procesionó antes del festejo y disfrutó de una tarde que no se olvidará fácilmente.