Los caballistas lograron traer el ganado desde el campo hasta la zona urbana sin problema
Las calles de la localidad de Villar de Ciervo aglutinaron un buen gentío procedente de pueblos de alrededor y de los cercanos municipios portugueses que como cada año son fieles a la cita de San Agustín el domingo del encierro a caballo.
De forma puntual podría decirse que comenzó el evento, pues tan sólo pasaban quince minutos de la hora programada cuando los tres novillos llegaron al casco urbano procedentes de un prado a las afueras de la villa.
Un encierro que un principio se mantuvo unido pero que por las calles se fue partiendo llegando al coso taurino en el centro del pueblo primero uno de los novillos, y a los pocos minutos los otros dos y por separado. El último en llegar asomó a la plaza arropado por los mansos.
Los jardines y el caño anejo a la iglesia fueron escenario de una mini capea, dando juego a los valientes corredores para esconderse entre arbustos y ‘enredar’ con el astado alrededor del pilón de agua de la fuente.
Una vez los caballistas hecho su cometido, dejaron que los corredores llamaran la atención de los bravos para encauzarlos a los corrales del efímero coso taurino utilizado para estos días de fiestas.
Tras la intensa mañana dominical, pasado el mediodía los cervatos cogerían fuerzas con una paella popular en la Plaza Mayor para después en la tarde dar suelta de nuevo a los novillos por las calles del pueblo en un recinto cerrado, momento que los más valientes aprovecharon para dar órdago de su valentía y demostrar sus habilidades taurinas.
Será el lunes día 28 cuando las fiestas lleguen a su fin con la celebración más solemne de la festividad, el panegírico de San Agustín, posterior procesión y ofertorio que dará comienzo al medio día.
La tarde la reservarán las peñas para participar en su ya tradicional Gran Prix seguido de una suelta de vaquillas por las calles del poblado, cerrando la cremallera de actividades una verbena en la Plaza Mayor.