“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. EDUARDO GALEANO.
Hay en la jerga política un concepto, una palabra, que parece destinada a referirse a las interacciones económicas entre países y a las conexiones financieras internacionales: globalización. Esa palabra, que para tantos dislates ha sido utilizada como comodín, justificación y argumento de tropelías, robos y engaños de los bancos y agentes financieros a la gente, alberga, también y sobre todo, un significado mucho más oscuro y menos argumentable, cual es la interconexión entre hechos, realidades y acontecimientos aparentemente inconexos que, extendidos por todas partes, explican y clarifican, derribando muros propagandísticos, el mundo entero.
Las actuales noticias referidas a un golpe de Estado en Níger, con inmediatos apoyos de países fronterizos y la rapidísima respuesta “occidental” para mantener el anterior statu quo, los bloqueos al comercio de grano y combustible relacionados con la guerra ucranio-rusa, la impunidad de Israel en su política genocida respecto al pueblo palestino, las conexiones del narcotráfico con gobiernos y candidaturas, el aumento de inmigrantes muertos en naufragios de embarcaciones en el Mediterráneo y el Atlántico, la permanente inestabilidad política en América Latina y el cerco económico-financiero a sus gobernantes progresistas, el triunfo del trumpismo no solo en Estados Unidos sino, en sus más importantes formas y expresiones en muchos países llamados democráticos o, por finalizar este rosario de calamitosas realidades interconectadas, las hambrunas en África y amplísimas regiones del sudeste asiático o la impune esclavitud que los occidentales practicamos en países como India, BanglaDesh o Camboya, el desprecio al cambio climático y la osadía en su negación, son realidades mucho más conectadas entre sí de lo que anuncian, y son incapaces de denunciar o siquiera cuestionar, las agencias de noticias que suministran a nuestros intoxicados oídos las cada día más falsas imágenes de un mundo que no existe.
Colonizadores de la riqueza de países de África y Latinoamérica, ladrones de los recursos naturales de regiones del Golfo Pérsico o el sur de Asia, toleradores de la trata de personas y la venta de futuros, los países “occidentales” se empeñan en mentirnos una desconexión entre esas realidades, como si cada ahogado en el Mediterráneo o cada niño muerto de hambre en Burkina Faso fuesen sucesos aislados y noticias en sí y por sí mismas que comienzan y terminan en su propia realidad. Como si no tuviesen como causa directa la inmensa usura y el inmoral aprovechamiento de vidas por parte de los lobos de la codicia y la indiferencia, nosotros, que no dudamos en iniciar campañas humanitarias, subvencionar ONG,s o apelar a una sensibilidad ciudadana manufacturada para provocar, eso sí, sin conexión con nada, la conmiseración o la lástima, la piedad de celofán y la pena a fecha fija, en las sensibilidades, las nuestras, previamente amuralladas a la comprensión y trabajosamente cegadas ante cada crimen.
Asfixiados por el pago de los intereses de una deuda externa y eterna, o sometidos al dictado de monigotes gobernantes sostenidos por intereses económicos, los países que uno de los eufemismos más crueles denominan “en vías de desarrollo”, agonizan en el hambre, la desesperanza y una escalofriante falta de futuro consecuencia directa de nuestro desprecio. Esa es la auténtica globalización, la de la xenofobia y la envidia, la del desprecio y una forma de condescendencia “democrática” más mezquina cuanto más públicamente ejercida.
El conocimiento de esa globalización, sus dos balanzas de justicia, su crítica consciente, el rechazo de los dioses y la arribada a los espacios de la dignidad, expulsando de nuestra sombra todas las liturgias, ni santos ni mártires, con solo nuestro llanto y también nuestra risa, constituye para nosotros, desavisados, crédulos, adláteres y egoístas, la más importante asignatura pendiente.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.