Hay toreros (casi todos) que se empeñan en prolongar las faenas y se exceden más allá del tiempo concedido para expresar y alcanzar los objetivos
Se cuenta, que el Guerra –magistral torero de su tiempo -, había realizado una faena sensacional, y como se disponía a montar la espada, un gracioso le grito ¡Gandul! ¡Sigue toreando! Sonrío el Califa cordobés, y le dio unos cuantos pases más; pero de pronto el toro, sin saber porqué, empezó a huir, y le costo un suplicio quitárselo de en medio a tan excelente lidiador. Rafael se dirigió al espectador del bocinazo, para decirle “¡Eh amigo!” Pá... otra vez no te se olvide que los toros se matan en su sarsa”.-
Es un vicio pernicioso, el alargar las faenas, unas veces por tozudez en seguir dando pases, cuando el toro esta moribundo, otras porque se te consume la feria sin haber logrado el éxito esperado y otras, aunque la faena halla sido meritoria, el toro colaborador y el conjunto brillante, hay toreros (casi todos) que, se empeñan en prolongar las faenas y se exceden más allá del tiempo concedido para expresar y alcanzar los objetivos. Diez minutos es ese espacio de tiempo suficiente para desarrollar en la faena de muleta una actuación cumbre, y no son pocos los que en ese periodo de tiempo incluso, con algún minuto menos, los que han sido capaces de levantar un monumento al toreo.
Un torero que se precie de serlo ha de mantener un equilibrio interior y exterior y tener en cuenta esos dos tiempos fundamentales que son el verdadero y el psicológico, y debe producir con su gesto, en ese ultimo tercio, que la emoción del publico llegue a su máxima expresión y en esos momentos de frenesí, es cuando su sentido interno le advierte que debe acabar su obra. Ninguna emoción puede durar excesivamente, porque puede producirse el efecto contrario al deseado. Condenable es, que un torero limite su faena a un plazo ínfimo y “despache” al toro con insólita brevedad. Pero también resulta tedioso y pesado el prolongarlo; además de peligroso. Se debe crear arte sí; pero este unido a la eficacia. Pero resulta que esta cuestión a día de hoy, es pura utopía que se produzca, y bien podemos ver y leer en todas las reseñas, que los avisos se producen con tal profusión, que ya han llegado (como tantas otras cosas en las tardes de toros) a carecer de validez y de importancia. Claro esta; hasta que llega el tercero-.