Con mucha frecuencia, por ser dirección obligada para mi trabajo, paso por nuestra imponente plaza de toros La Glorieta, su gran explanada con las efigies de nuestras figuras del toreo más recordadas y queridas por la afición.
Y al mirar tan precioso edificio me surge inmediatamente la pena de ver la gran inutilidad a la que es sometida por sus propietarios, o quien sea. La Glorieta es el inmueble más vergonzosamente desaprovechado de Salamanca. Con un aforo de unas diez mil localidades allí se podían ofrecer eventos acordes a esos aforos: grandes conciertos de artistas de primera fila, exposiciones que requieran de grandes espacios, becerradas nocturnas en estos meses de estío…Nada, nada de nada. Resulta sorprendentemente absurdo mantener una edificación de esa envergadura para abrirla diez días al año. Nunca entenderé tamaño despropósito.
Se podrá argumentar que carece de permisos para dar servicio a un número muy grande de personas, pero en ferias se abre, se supone que el ayuntamiento da los permisos pertinentes, entonces ¿por qué se tiene cerrada a cal y canto el resto del año?
Ah!, que es propiedad privada. ¡Pues que la tiren y pongan un Mercadona!
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