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Será que votar ya no está de moda
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COLES DE BRUSELAS, 58

Será que votar ya no está de moda

Actualizado 23/06/2023 12:07

Cuando hace dos años y por mor de la pandemia y sus peluquerías cerradas, decidí peinar y asumir todas las canas de mi cabeza que hasta entonces me empeñaba en tapar con tinte, mis hijos me dijeron que, por una vez, iba a la moda. A día de hoy, pasada la pandemia y atravesada la fase de la cabellera bicolor, contemplo esas canas con la misma perplejidad que mis arrugas y sigo sin salir de mi asombro: ¿a la moda? ¿Yo?

Si la vejez tiene alguna (mínima) ventaja es la de estar de vuelta de todo lo que en tiempos pretéritos no te atrevías a desdeñar; y en mi caso, ese todo eran las modas y, por encimas de todas ellas, “la” moda, que era una tirana inmisericorde que a mí, con mi torpe aliño indumentario y mi gusto por el deporte, el aire libre y el monte, se me figuraba imposible de cumplir. La moda sigue siendo importante pero mi reino ya no es de ese mundo; y de las modas no textiles, hay tantas cosas que ya no lo son, que me resulta hasta divertido preguntarme qué fue de la música y las películas en DVD; de los cubatas de ron con limón, del Calimocho, de los cantautaores , de las revistas porno y los quioscos que las vendían; qué fue de las bodas donde se tiraba arroz y no pétalos de flores y de las sombrillas playeras con propaganda, los bares con salmonella y las verbenas populares con orquesta disonante. No me pregunto qué fue de Alaska porque sigue viva y dando guerra, habilidad la suya.

Supongo que todas esas cosas se han ido a lo más profundo del baúl de los recuerdos y de lo pasado de moda, donde deben de haberse encontrado con la ilusión de votar por primera vez y las ganas de ejercer tu derecho creyendo que, al menos una vez cada cuatro años, te preguntan tu opinión. Me pongo así de trascendente porque en los sondeos electorales (que sí, que todos se equivocan, pero en la equivocación de muchos se esconde el posible acierto de alguno) cuentan que el partido de la abstención será el que gane las próximas elecciones y que en ese partido militan, abrumadoramente, los menores de veinticinco años; grandes seguidores de la moda, sea la que sea. Como ahora vivo en un país donde votar es obligatorio (y no hacerlo susceptible de multa) me asombra que nuestra democracia, ya cuarentona, se permita el lujo de ser gobernada por los que no quieren saber nada de su gobierno.

Algo hemos hecho mal para que a estas gentes jóvenes, que deberían estar hambrientas de mundo y de ganas de cambiarlo, les apetezca nada y menos ir a depositar su voto en la urna y lo que es peor, no tengan ninguna fe en el hecho mismo de ir a depositarlo; y son nada más y nada menos que 357.000 los que debutan (o no quieren debutar) con las próximas elecciones. Y contrariamente a la Bélgica que habito, donde votar es un deber ciudadano multado si no se cumple, en España el deber ciudadano es menos deber (y puede que menos ciudadano también) y encima esta vez viene con fecha extraña que le va a fastidiar a muchos el botellón por las playas o el viajecito de fin de curso; ya podemos hacer una cruz sobre todos ellos: contribuirán en buena medida al triunfo del partido de la abstención a menos que alguno de sus Influencers se dedique a anunciar en Instagram que votar purifica el organismo y te hace irresistible.

Quiero entonar de nuevo el Mea Culpa e insistir en que algo hemos hecho mal; pero la vieja cascarrabias que me habita y que peina esas canas que ahora están de moda, tiene ganas de desearles a todos ellos una bonita dictadura en la que las mujeres tengan que volver a pedir permiso al marido para abrir una cuenta en el banco, las vaquillas sean maltratadas por todos los pueblos de España, las Universidades cuesten a millón, los pisos se los compren solo esos que pueden pagar las Universidades a millón y sea obligatorio casarse por la Iglesia y confesarse en el colegio, ah! Y pedir permiso al gobierno civil para hacer la reunión de la comunidad de vecinos, entre otras lindezas. Que visto que les da pereza votar, o se ha puesto de moda esa pose de renegar de la democracia y dejar que otros decidan, que asuman que lo que salga de esas urnas que ningunean sea un tipejo (o tipeja) que decida que para qué tanta urna si nadie las usa.

Me temo que lo del voto obligatorio no es ninguna tontería, pero ninguna…

Concha Torres

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