El publicista de una empresa privada ha hecho un anuncio para la televisión que me parece un acierto: “Eres un perdedor”.
Otros muchos, con la mejor intención, insisten en ideas, sugerencias implícitas o insultos que, de alguna manera, le dicen al agresor: eres un valiente y, si es necesario, eres capaz de matar, contigo no se juega, soy un hombre muy macho, incluso eres capaz de matarte para que no se salga con la suya, etc.
Los mensajes con insultos, hechos con la mejor intención, piensan en los ciudadanos para crear conciencia del problema, pero no tienen en cuenta como lo vive el agresor. Y tenerlo en cuenta es difícil, porque los agresores son muy diferentes unos de otros. Por ejemplo, entre muchas posibles causas están: falta de empatía, falta de ética, falta de autocontrol por personalidad impulsiva, embriagarse o tomar drogas, ideas ancestrales sobre la mujer o las relaciones: eres mía, a un hombre no puedes hacerle esto, el hombre es el que manda, tú no te vas a salir con la tuya, etc.
Por eso, cuando tenemos tiempo de conocer hombres con riesgo de agredir o han agredido ya, es importante conocerlos bien y hacer un programa específico, según la supuesta causa.
Como slogan global “eres un perdedor”, está muy bien. Pone el acento en la autodestrucción y pérdida del agresor. “Tú no ganas nada, solo pierdes”, demuestras valer muy poco, propondría yo también.
Hace unos años, la terapeuta de la cárcel de Topas me pidió ayuda para un programa experimental de terapia de agresores sexuales . Después de estudiar el programa que tenían previsto, le propuse dos módulos nuevos, el inicial y otro ya avanzado (acepté el reto con la colaboración de Rodrigo Carcedo, un becario, cuya tesis dirigía, sobre la vida sexual y amorosa de los presos).
El título del inicial era “Te estás perdiendo lo mejor” (una visión positiva de las relaciones de pareja y la sexualidad y una toma de conciencia de las pérdidas). Alucinaban con este comienzo que cantaba las mejores posibilidades de la sexualidad. Conseguíamos dos cosas: ganarnos su aprecio y descubrirles un mundo nuevo.
El avanzado era sobre “La empatía”. En él hicimos primero un análisis de casos (testimonios de mujeres violadas), para mover el corazón empático y deshacer distorsiones cognitivas, falas creencias. Y después, una tarea cognitiva lógica: Tenían que repetir a coro: “Mi cuerpo es mío”, diez veces. Para ello consensué con ellos la frase (“Mi cuerpo es mío”). Después les sorprendí con la segunda frase que, lógicamente, no era necesario consensuar (“Tu cuerpo es tuyo”) y debían repetir 10 veces, por parejas. Esta sorpresa es pura lógica y les colocaba ante su grave delito: no tener en cuenta que el cuerpo de la otra persona no es suyo.
Estas tareas ideadas en una situación de dificultad terapeuta, las he aplicado después, adaptadas, con adolescentes abusadores o agresores y en educación sexual.
El objetivo era claro: señalarles lo que pierden y, aún más, lo que podrían ganar.
Efectivamente son perdedores y autodestructivos, a la vez que dañan y destruyen a sus parejas. No hablemos solo de su supuesta victoria criminal, es un error, son perdedores.
Un discurso positivo sobre la sexualidad y la intimidad amorosa les dejó descolocados; es también un discurso sobre la ética sexual y amorosa. No solo hay que evitar que vuelvan a abusar, violar o matar, sino también que aprendan a disfrutar del placer y amar.
En la clausura de ese programa vinieron las autoridades penitenciarias de Madrid y les preguntaron a los 9 presos:
- ¿Qué es lo que más os ha llamado la atención y vuestro interés?
- “Mi cuerpo es mío”, luego, “Tu cuerpo es tuyo”
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