El grupo de teatro ‘Lazarillo de Tormes’ interpretó una vez más su obra esta vez en la iglesia parroquial de Anaya de Alba gracias al patrocinio del Área de Cultura de la Diputación de Salamanca.
Con cada puesta en escena de esta obra de Denis Rafter el espectador descubre al gran humanista, Antonio de Nebrija. Hombre adelantado a su tiempo, trabajador incansable por erradicar la incultura y mediocridad de su época, logró que el castellano dejara de ser una lengua vulgar demostrando que el idioma es el gran vehículo de comunicación y expresión.
Gracias a que Nebrija sentó las bases del español, pudieron hacer arte jugando con las palabras escritores como el natural de Anaya de Alba Remigio González "Adares" del que, por cierto, en este 2023 se celebra su centenario. Nació en Anaya de Alba y es aquí donde reposan sus restos desde 2001 cuando, en vísperas de la celebración de la capitalidad europea de la cultura de Salamanca, le empezamos a echar de menos en la Plaza del Corrillo.
Fue a finales de 2017 cuando la obra póstuma del artista Agustín Casillas le hizo regresar en forma de escultura al lugar por donde seguro también transitó el alumno y después profesor de la universidad salmantina, Elio Antonio de Nebrija.
De otro insigne universitario y alumno de Nebrija, Juan del Encina, es tomada prestada la música que sirve como complemento indispensable al éxito de este ya afamado montaje que el público, como pasara en Anaya de Alba, premia con la mejor de sus ovaciones.