, 22 de diciembre de 2024
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Jorge Bueno, el último artesano en la generación de ‘Las morcillas de Colás’ en Macotera
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COMARCA DE PEÑARANDA

Jorge Bueno, el último artesano en la generación de ‘Las morcillas de Colás’ en Macotera

Actualizado 04/06/2023 00:17
Redacción

Desde su pequeña carnicería en la localidad reparte más de 120 kilos de este manjar natural a la provincia salmantina

Hablar de Macotera es hacerlo de una Villa cargada de historia y no pocos capítulos de relevancia, pero también es sinónimo de un producto tan natural como significativo, que desde hace décadas consigue una silenciosa peregrinación de vecinos y visitantes, todos ellos apostados a las puertas de una pequeña carnicería en la que se ofrece la que sin duda es una de las madres del entripado charro con sello de autor y autenticidad: ‘La morcilla de Colás’.

Jorge Bueno García tiene 52 años y es ya la tercera generación de artesanos en el cuidado de una fórmula que ha convertido un producto tan natural como la morcilla en algo único, que hoy se exporta a toda la provincia de Salamanca, convirtiéndose así en uno de los emblemas más distintivos y llamativos de Macotera.

Así podemos presentar a las ‘morcillas de Colás’ que hoy son todo un referente natural de la buena gastronomía, algo que surge desde su histórica base de operaciones en Macotera, y que, con el paso de los años y el respeto a una receta tan tradicional como natural, se ha convertido en todo un referente culinario para restaurantes, bares y amantes de nivel de ese paladeo que nos devuelve a la niñez y genera no pocos recuerdos de infancia en cada bocado.

Nicolas Bueno García es el padre de Jorge y el gran promotor de esta fórmula natural, que arrancaba su madre, y que ha convertido el producto en todo un manjar reconocido por vecinos y visitantes. Un mantenimiento de aquello que mamaba, transformado en todo un modo de vida, ya que la peregrinación hasta su pequeña tienda era más que continua, a lo que se añadía la continua ampliación en el reparto de los cientos de kilos que cada semana se gestaban en sus manos, algo que contaba de manera vocacional y con toda la ilusión, con el apoyo de Jorge, su hijo, un ingeniero que lograba finalizar su carrera con grandes notas pero que decidía, de manera voluntaria, seguir los pasos de su padre y dar continuidad al negocio familiar.

“La receta de la morcilla es originaria de mi abuela materna. A mí siempre me ha encantado la morcilla…hoy sigue siendo mi pasión, aunque parezca mentira. Poco a poco dimos con la clave de las cantidades y como salarlo…desde hace años ya no toco nada del formulado, sale tal y como era hace décadas y décadas atrás” explica Jorge, quién hoy, con el nuevo volumen de negocio, explica que “cada semana hacemos en torno a 120 kilos de morcillas, que vendemos aquí y las llevamos a otros muchos sitios, principalmente en Salamanca”.

Una expansión sobre la que Jorge afirma que “es todo un orgullo que llegues a los negocios y reconozcan tu producto y sigan confiando en él. Cada vez son más los bares y restaurantes que resaltan la originalidad de su sabor y como los clientes piden más y más”. Para quien no conozca la morcilla macoterana, su actual creador asegura que “quien no la conozca tiene que saber que tiene un sabor muy diferente…nada que ver con el resto de morcillas, además todo natural, sin conservantes ni colorantes, solo especias, pan, manteca y sal”.

En la actualidad, Jorge lucha por mantener la tienda abierta cada día, algo que no es nuevo en el medio rural, pero que en este caso, con el esfuerzo de hacer perdurar la tradición familiar, genera aún más emoción. “Hoy los costes de los productos y la falta de gente están haciendo muy difícil continuar con la tienda abierta. Todo ha subido mucho, esto necesita muchas horas…mira yo comienzo a las 7 de la mañana y hay muchos días que me tengo que quedar a dormir aquí para poder sacar la producción, y los beneficios cada vez son menos porque no puedo repercutir todas las subidas que me hacen en los clientes”.

Entre todo este análisis, Jorge asegura, no sin poca emoción, que “detrás de mí ya no viene nadie más. El día que me jubile se acabaron las morcillas típicas de Macotera…y lo entiendo. Mis hijos han estudiado, se están buscando su vida…yo dejé aparcada mi carrera profesional por venirme al pueblo a estar con mi padre y tirar para adelante con el negocio…pero es algo que hice libremente y no me arrepiento. Esto es mi pasión, pero no dejo de pensar que cuando yo me marche se acaba esta tradición, me da pena, pero entiendo que es así”.

Mientras tanto, Jorge continua de lunes a sábado ofreciendo sus morcillas y embutidos a quienes golpean la campana que anuncia la apertura de la puerta de su tienda, algo que sigue siendo mucho mas que un ritual para quienes vuelven al pueblo en fechas clave, quienes tienen claro que la visita a Jorge y el llevarse las ‘morcillas de Colas’ es algo irrenunciable.