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Más llora la pelota, Carlos Rubén
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LA FIRMA INVITADA

Más llora la pelota, Carlos Rubén

Actualizado 17/05/2023 08:02
Redacción

El periodista Chema Díez ofrece su visión de la retirada de 'El Ingeniero' a los 40 años de edad

El fútbol es vida, pasión, sentimiento, emoción, tristeza, felicidad, orgullo... tiene muchos valores que a veces se pierden por el fanatismo de unos pocos, pero que no puede empañar todo lo que este deporte conlleva.

Y sí, aunque muchas veces no le demos la importancia que merece, en el fútbol lo más relevante son las personas, lo que hay detrás de cada futbolista. Aunque en el caso que nos ocupa, lo que se ve es lo que hay, sin dobleces, sin bajezas, sin doble moral.

Carlos Rubén Esteban (El Real de la Jara, Sevilla, 23-03-1983) se despidió del fútbol hace solo unos días con 40 año en su espalda y un desgaste físico que ya no le permitía competir en igualdad de condiciones y ser feliz en un terreno de juego.

Una carrera de más de 20 años en este deporte supone un desgaste más físico que mental y el cuerpo del '6' del Guijuelo ha dicho basta. Reconozco que me cuesta encontrar a un futbolista que lo sea 24 horas al día como Carlos Rubén, quien cuidaba al detalle la alimentación, el descanso y las horas de sueño, además de mantener la cabeza ocupada con algo que no sea un balón.

'El Ingeniero', como le apodé durante mi etapa como periodista en medios de comunicación, es Graduado en Ingeniera Mecánica y ha realizado un Máster en Industrial. Su cabezonería, trabajo y tenacidad le llevaron a pasar horas sentado delante de un libro, un ordenador o un papel en blanco para poder cumplir otro de sus sueños.

Conocí a Carlos Rubén (un andaluz con tanto sentido del humor como ética en el trabajo) hace diez años cuando regresó al Guijuelo de Rubén de la Barrera en su segunda etapa en el club 'verde'. Y, justicia divina, junto a un equipo épico, logró jugar el primer y único play off de ascenso a Segunda en la historia del club.

Lateral, central, extremo, interior, pivote defensivo... daba exactamente igual la posición en la que se ubicara en un terreno de juego porque no es que cumpliese con su cometido, es que era el mejor. En Segunda B, tan solo he visto dos jugadores con la misma calidad que Carlos Rubén y esos son Chuchi Jorques y Carlos de la Nava; y he visto algún partido que otro durante 11 años.

Recuerdo con especial cariño su llegada (por tercera vez) a Guijuelo después de dejar el Extremadura UD, aterrizando casi al final de la pretemporada 201718 con Jordi Fabregat en el banquillo. Era un choque amistoso y antes del mismo, y dada mi anterior buena relación con el club al que consideraba mi segunda casa, le dije al míster: "Jordi, Carlos va a ser el mejor este año, lo vamos a disfrutar". Y me contestó Fabregat: "Lo sé, no tengo ninguna duda".

Todo ello viendo al propio Carlos Rubén sin entrenar desde hacía semanas, fuera de forma y de peso, con la retirada en la cabeza. ¿Qué ocurrió después? Esa temporada jugó 25 partidos, fue el mejor con diferencia y siguió jugando cinco años más al fútbol.

Este pequeño ejemplo resume a la perfección lo que ha sido Carlos Rubén como futbolista, con la posesión de algo que solo tienen los grandes: pensar un segundo antes que tu rival y anticiparte a lo que va a hacer tu compañero. Eso, repito, lo he visto en muy pocos jugadores en estas categorías.

Tuvo su oportunidad en Segunda División con el Eibar, con la mala fortuna de un descenso del equipo vasco a Segunda B, que le privó de seguir soñando con haber podido jugar más años en la categoría de plata del fútbol español, pero su carrera debe hacerle sentir más que orgulloso.

Muchos se hubiesen bajado del barco con el descenso del Guijuelo a Tercera RFEF, él tiró de galones y brazalete para ayudar al equipo al ascenso y ganarse otro año más en Segunda RFEF, donde el play off se ha escapado por unos goles.

Ahora, con la satisfacción del trabajo bien hecho, y tras haberse vaciado en cada partido, se ha despedido en paz de la que ha sido su vida durante más de 20 años. Conocer a Carlos Rubén fuera del fútbol y en un plano más personal es una de las grandes satisfacciones que me ha dado esta profesión tan ingrata muchas veces.

Llora Carlos Rubén por su retirada, lloramos todos... pero, ¡ay amigo! Mucho más llora la pelota, ella sí que te va a echar mucho de menos.