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Trumpismo
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Al cabo de la calle

Trumpismo

Actualizado 17/04/2023 12:28
Francisco Aguadero

Vuelve Trump, aunque, en realidad, nunca se había ido. Solo salió por la puerta de atrás de la Casa Blanca hacia su mansión residencial Mar-a-Lago en Florida, dejando en marcha el trumpismo. El expresidente de los Estados Unidos (EE. UU) vuelve ahora a primera página y a la preocupación del mundo con las dos caras de una misma moneda: para confirmar que se presenta a la carrera presidencial de las elecciones del 2024 y para presentarse ante la justicia para dar cuenta de los 34 delitos de los que se le acusa. Toda una historia esperpéntica.

Lo curioso, por no decir triste o lamentable, es que a Donald Trump no se le llame a capítulo (hasta ahora) por parte del Partido Republicano, ni por sus votantes, ni por la justicia, en relación con la manipulación electoral que hubo en Georgia las últimas elecciones presidenciales, con el grave atentado a la democracia que significó el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, ni con los documentos clasificados que el FBI fue a buscar a su casa, todos ellos asuntos graves. El señor Trump ha sido el primer presidente imputado de los Estados Unidos por tres presuntos pagos irregulares, para ocultar escándalos en la campaña de las presidenciales de 2016, uno de ellos para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels. Él que nunca se ha cortado un pelo en poner de manifiesto sus actitudes machistas y de trato poco respetuoso con las mujeres.

La treintena de cargos, ante los que Trump se declara “no culpable” y que su defensa califica como algo «totalmente político», están tipificados como de “falsificación de registros mercantiles” considerados como «violaciones del artículo 175.10 del Código Penal» de aquel país y, según el análisis de algunos medios, las violaciones a dicho artículo podrían costarle a Trump varios años de cárcel.

Pero el señor Trump sigue con aquella máxima de tiempos pasados de que “la mejor defensa es un ataque” y ya lleva semanas fomentando las teorías de la conspiración y caldeando el ambiente contra el fiscal Bragg y el juez Juan Merchan, favoreciendo así la polarización y el enfrentamiento entre seguidores y detractores. Comienza ya a utilizar el banquillo para hacer campaña desde el mismo. Tras declarar ante el fiscal, volvió a Florida y dio un discurso en el que se declaraba como víctima de una manipulación electoral, aun cuando la campaña para las presidenciales del 2024 todavía queda lejos. “El único delito que he cometido ha sido defender a nuestro país de quienes intentan destruirlo” dijo, erigiéndose así en el salvador de la patria.

El trumpismo, esa forma de hacer política con despotismo, supremacía, vanidad y algo de ignorancia, llevando a la práctica el más desalmado neoliberalismo, está vivo. No solo porque Trump sigue siendo el candidato republicano favorito a pesar de haber perdido el voto popular dos veces, de sus dos impeachments (juicios políticos en el Congreso), de que su mandato como presidente terminara con el asalto al Capitolio (sede de la soberanía popular) y de sus muchos problemas legales, más allá de los casos citados. Sigue vivo, también, porque esa forma de hacer política ha sido copiada por la ultraderecha y puesta en práctica en otros países como Brasil con Bolsonaro, Polonia, Hungría, Eslovenia e Italia, donde la ultraderecha forma parte del Gobierno, y hasta en la tradicional socialdemócrata Suecia, que en las últimas elecciones aupó a la extrema derecha hasta la segunda opción política más votada. En España, Francia y otros países también ha llegado el trumpismo, o sus formas de hacer política.

No sabemos cómo el trumpismo será juzgado por la historia, pero en Estados Unidos la democracia se está debilitando. Por una parte, la mayoría de la derecha estadounidense ha abandonado la fe en el Gobierno de turno y ha optado por la política de las armas (cuando se escriben estas líneas, llega la noticia de que cuatro personas han muerto y muchas más han resultado heridas en Dadeville, Alabama, por un tiroteo producido en una fiesta de cumpleaños de un adolescente que cumplía 16) Se están preparando los extremistas para una ruptura de la ley y el orden, a la vez que están copando las instituciones y las fuerzas encargadas de garantizar esa ley y ese orden. Las organizaciones de ultraderecha se han infiltrado en las fuerzas de orden público y estas están empezando a ser poco fiables en su cometido para el orden y la seguridad, debido a los supremacistas que ocupan cargos de responsabilidad. Al respecto, el siguiente dato publicado por el Military Times es elocuente: en 2019, el 36% de los soldados en servicio afirmó haber presenciado "ideologías supremacistas y racistas dentro del ejército". Por caminos como ese, además de los golpes de Estado, es por donde llegan al poder los regímenes autoritarios.

La democracia estadounidense está amenazada. Para salvarla y fortalecerla, hará falta un sistema electoral nuevo que represente a la realidad del pueblo estadounidense, cosa que no hace el actual; que se devuelva legitimidad a los tribunales, que se reduzcan las desigualdades, modificando el sistema tributario; que se reformen las fuerzas de seguridad, que se regulen y se controlen los vectores generadores de la violencia, que tanto ciudades como el campo y la población en general, se preparen para luchar contra el cambio climático; entre otros. Todos ellos son retos futuribles, pero posibles. ¿Estará el trumpismo dispuesto a asumirlos?, ¿Se asentará el trumpismo en Europa y otras latitudes?

Escuchemos la banda sonora de la película “El Mayordomo”, personaje que sobrevivió a varios presidentes en la Casa Blanca:

https://www.youtube.com/watch?v=4Ocyb4Ps1lk

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© Francisco Aguadero Fernández, 16 de abril de 2023

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