" El agua es crítica para el desarrollo sostenible, incluyendo la integridad del medio ambiente y el alivio de la pobreza y el hambre, y es indispensable para la salud y eel bienestar humanos" (Naciones Unidas)
España será pronto un desierto por falta de lluvias. Y, auguran los meteorólogos que en adelante sufriremos meses, años quizá más cálidos desde que haya noticia escrita. Cuando España era católica, se sacaban los santos en procesión y no se les dejaba descansar hasta exprimirles las primeras gotas de lluvia. Según la sociedad se hizo más laica, tomó el relevo la Feria del Libro de Madrid: inaugurarla y ponerse a llover era todo uno.
Supongo que la Iglesia, tan aficionada en tiempos pasados a alimentar con los ejemplares del índice de libros prohibidos las hogueras de las noches de autos de fe, vería con malos ojos esa competencia desleal de los libros laicos en su misión de exorcizar la lluvia. Que san Antonio o san Pancracio gozaran de menor influencia sobre los meteoros que las reediciones de las obras de García Lorca, que además de rojo era homosexual, debía de tener sumida en el estupor a la Conferencia Episcopal.
Ahora, al fin, se ha descubierto el pastel: parece confirmarse que las lluvias y las temperaturas primaverales de los mayos de antaño se encuentran en proceso de extinción, como los linces. El cambio climático está demostrando que a la humanidad no hay dios que la salve, por dos razones: por estúpida y porque dios, debe estar cansado de todos nosotros, el cual, si todo lo ve, estoy seguro de cuanto se debe estar divirtiendo desde el cielo. Y lo que es peor, ni la cultura, en forma de Feria del Libro, sirve ya para detener la muerte del planeta.
Si los santos no saben hacer su trabajo y los libros no cumplen con su misión última de invocar la lluvia, si no hay dios que nos ayude, ni nos queda la palabra, como pensaba tontamente Blas de Otero, ¿qué nos queda?... Pues nos queda, entre las muchas lamentaciones, las batallas políticas, por qué en esta España de “nuestros dolores”, en cuanto asoman las ideologías, en cuanto cualquier otro partido haya puesto una idea, posiblemente con la mejor intención, llega el siguiente a tomar posesión y mando en la institución correspondiente, que el mismo desbaratara la normativa, vapuleando la idea anterior, y encima poniendo a los pies de los caballos la primitiva idea y el nombre de su valedor. Todo un despropósito a lo que nos tienen acostumbrados, estos “politiquillos de medio pelo”, que se ufanan al ser elevados a un poder, que enseguida se les nota que les viene grande- aquí lo pone su partido- después de medrar y pegar carteles, en la sede y cuando afloran las elecciones. Pueden si ustedes quieren encontrar ejemplos, en cada punto del País- o simplemente estar al tanto de las leyes- que estos “paladines” emiten, y verán la cortedad de ideas, de ingenio, y de capacidades. Una incapacidad de trabajar por encontrar soluciones, incluso algunas, sin coste alguno, claro que para ello hay que saber, pensar, razonar y decidir, cosa desgraciadamente harto difícil, entre estos que han sido elegidos a “dedillo”.
No es extraño que, en esta España –que nos duele-, nos haya abandonado la lluvia, que apenas nos queden santos para sacar a invocarla, que en la feria del libro madrileña el paraguas lo usemos de sombrilla, y que los meteorólogos, nos den una información, que raya en lo apocalíptico. Y Dios dirá: con buen sentido de la justicia, ¿Para qué quieren ustedes el agua, si, se han dejado anegar de suciedad los ríos? ¿Si no hacen nada por extinguir la quema de bosques y montes? ¿Si desperdician la misma de la forma más inútil? Sí, no reparan canalizaciones, y desagües? ¿Si, no son capaces de valorar la mejor forma de vida?... etcétera. Ay… El agua… Señores se terminaron los milagros… Llamen al Ayuntamiento… Esa es otra tú…
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías
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