Este viejo nuevo pri, aunque se llame morena, no merece ni mayúsculas; es el lobo gritando que viene el lobo… y demasiadas ovejas aplaudiendo. Es el avatar del viejo pri en esta Pandora en la que vivimos. El sábado pasado vi un movimiento de autobuses y gente que me habían contado que era habitual en los años en los que andaba naciendo, pero que casi no había visto en los últimos 30 años… los que llevo en México... Bueno sí, lo he visto ya varias veces en los últimos 4.
Yo, que vine a México a ser antipriista, estoy viviendo lo que fue aquello, en versión mal pirateada pero que aprovecha los tiempos tan llenos de noticias y tan desinformados… para cobrar ventaja.
Cuando llegué a México era fácil ser anti-, el PRI seguía siendo bastante descarado en sus usos y costumbres pero tampoco tenía la fuerza que decían había tenido… O a mí me lo parecía: no tardé mucho en darme cuenta de que había habido tiempos peores.
Vázquez Montalbán refiriéndose a España, alguna vez dijo aquello de “contra Franco vivíamos mejor”; el PRI de Salinas, el que estaba cuando yo llegué a México, tenía un ramalazo, un tufillo, pero cuando leía sobre el 68, por ejemplo, y el autoritarismo, la guerra sucia, me costaba verlo en esa realidad. Tal vez porque lo que había ganado era sutileza, disimulo; malas mañas, vamos.
Como siempre, es más fácil ver la vida en blanco y negro, aunque no sea cierta. El PRI era un partido de estado y, para entenderlo, siempre es útil buscar referencias: el corporativismo es fundamental para entender el México que creció en los gobiernos del PRI, y ese corporativismo no es precisamente democrático… Es tan manipuladamente paternalista que roza… o supera, lo antidemocrático; me intento explicar: el partido –y en muchos sentidos la sociedad− se dividió, dividía y divide en sectores, cuyo lenguaje y parafernalia mezclan el sindicalismo vertical del franquismo con un discurso que suena a estalinista. Rizar el rizo o maquiavelismo de rancho, vaya usted a saber.
Pero ese PRI, con todo y su sistema, perdió; probablemente hubo quien, desde dentro, pensó que eso era útil porque en vez de venirse abajo, se reinventó a partir de una aparente división: ya no fue un todopoderoso partido nacional sino varios regionales… que, tras una travesía del desierto, renació, con otro nombre y, ahora sí, dispuesto a aprovecharse, sin medias tintas, de la democracia y de quienes creemos en ella, porque debemos aceptar que ganen los que no nos gustan. Así es la democracia.
Sin embargo, ya que ganaron, tenemos que ver cómo la desmantelan diciendo que lo que les hizo ganar no era democracia; que solo hay democracia si ellos están en el poder… y no lo sueltan.
Para ello, con “argumentos” y manipulaciones, cada vez menos sutiles y peor intencionadas, cada mañana, el líder de una facción, aunque tenga el cargo de presidente, se esfuerza en dividir, en polarizar.
Ni siquiera es algo original.
@ignacio_martins
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