El tiempo siembre avanza al mismo ritmo, sin prisa y sin pausa, pero hay días que se nos pasan volando y días que se nos hacen interminables, todo depende de las redes en las que nos veamos atrapados.
Para los ciudadanos ucranianos y para los ciudadanos rusos los últimos doce meses han sido un siglo, un siglo de miedo, de lágrimas, de insomnio, de angustia, de preocupación, de susto tras susto, de desesperanza, de desilusión, de frío, de hambre, de tener que elegir entre huir y quedarse… en el mejor de los casos, y en el peor han sido los doce meses un siglo de matar en contra de su voluntad, de morir por defender lo que deciden los demás, de huir para no ser obligados ni a matar ni a morir, de caer heridos, con frecuencia con secuelas para siempre, de familias separadas, de ausencias impuestas, de ser torturados, de destruir edificios públicos y privados, de niños secuestrados para sospechosos fines, de padres que se han quedado sin hijos, de hijos que se han quedado sin padres… y de todas las barbaridades que se cometen en una guerra.
Para el resto de los ciudadanos también ha sido un año interminable. A los problemas económicos que tanto han afectado a los países europeos en primer lugar hay que sumarle la incertidumbre, la tristeza, la impotencia… el miedo ante una guerra que incluso a los que no habíamos nacido nos trae a la memoria las terribles atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial. Y poco o nada podemos hacer para acabar con esta locura que Putin llama especial operación militar y que los países en contra mandan armas a Ucrania para defenderse de la invasión cuando la solución sería quitárselas a Rusia.
No sabemos si esta maldita guerra acabará con la victoria de uno de los dos bandos o en la mesa de negociación. Lo que sí sabemos es que ha pasado un año y el tiempo no puede desplegar las alas y salir volando sin dejar de avanzar sin prisa y sin pausa, sigue estancado por culpa del fanatismo, la incompetencia, la maldad y la sinrazón en la sangre inocente de tantos niños muertos bajo las bombas, tantas mujeres violadas y tantos hombres que si sobreviven quedarán marcados para siempre.
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