El acto ha tenido lugar en la Librería Víctor Jara de la mano de Celia Corral y Charo Alonso
Ante un público que llenó las estancias de la Librería Víctor Jara a despecho de una tarde de viernes fría, la autora bejarana radicada en Valladolid, dio un auténtico recital de talento narrativo con su libro de relatos Solo triste de oboe, publicado por Castilla Ediciones en la colección Cuentenario que dirige el autor y crítico José Ignacio García, quien le pidió a Izard –docente, poeta, crítica literaria en prestigiosas revistas, coordinadora de un fecundo y largo Taller en el tiempo, novelista galardonada con varios premios- un conjunto de relatos.
Relatos que, para Celia Corral, su espléndida antóloga en la muestra de cuentos escritos por mujeres en Castilla y León, también publicado por Castilla Ediciones: “Irradian belleza e imaginación, muestran universos ficticios muy diferentes, realistas, distópicos, y siempre marcados por la singularidad”. Para la autora santanderina, radicada en Salamanca, la prosa de Izard tiene la cualidad “de levantar los pies del lector del suelo, una sensorialidad acústica que fusiona la realidad y la magia”.
La música, presente en la prosa de la autora, es, para Charo Alonso, como la música del oboe: envolvente, expresiva, un punto nasal, pero siempre penetrante. Características que responden a un estilo “escrito en estado de trance”. Yolanda Izard piensa que el cuento es una pesquisa, un acto misterioso lleno de analogías que escribe casi en un estado de trance, sumida en el placer de una “emanación espiritual” con la que se comunica con el mundo. La empatía con la naturaleza, con los personajes especiales, con el mundo del subconsciente y hasta con la filosofía zen, marcan no solo el discurso narrativo y poético de la autora, sino sus hermosas ilustraciones en las que los personajes, como indicó la propia Celia Corral, flotan en esa cualidad evanescente de los seres del pintor Chagall.
Yolanda Izard es una excelente comunicadora. Lee a la perfección sus hermosos textos, transmite al interlocutor su empatía, es asertiva con su defensa de la infancia ucraniana y el mundo de los animales… y deja suspenso a su auditorio con su manera de compartir este mundo propio lleno de armonía de una mujer de la que todos aprendemos. Una mujer que escribe sobre niños, sobre esa naturaleza que vivió en su Béjar natal, feraz y llena de misterio, y que afirma, contundente, que la imaginación se entrena, y que ella lo hace constantemente en su Taller de Escritura, donde sus alumnos, amigos, escriben más cuánto más escriben. Una escritora que afirma que hay dos tipos de autores: los que planifican, lúcidos y racionales que todo lo saben y planean, y el improvisador, como ella, que se deja llevar y que “Si no siente placer al escribir, no escribe”.
Un encuentro que no solo nos devuelve a la magia de la voz que escribe relatos de una insólita belleza y una mejor factura, sino que nos deja sorprendidos por el discurso original, siempre armonioso, delicado y a la vez fuerte, de una autora a la que debemos conocer, leer y dar su justo sitio. Indispensable es su novela metaliteraria recientemente publicada por Renacimiento, La hora del sosiego, como lo son estos relatos, lo último en la producción fecunda de Izard que nos descubre en este espacio, siempre hospitalario, siempre generoso, de nuestras librerías salmantinas.