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Seguirá brillando el charol de su tricornio
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Seguirá brillando el charol de su tricornio

Actualizado 26/11/2022 12:09
Francisco López Celador

Cuando son tantos los españoles que afirman no haber conocido un político más nefasto que Pedro Sánchez, algo habrá de verdad en tal afirmación. Los hay mentirosos, ambiciosos, ególatras, populistas, radicales, incluso extremistas, pero lo último que puede esperarse de un político es que intente acabar con todo lo más preciado de su nación para perpetuarse en el cargo. Su curriculum atesora todas esas virtudes “progresistas” en grado sumo, y lo que nos queda por ver

Aquel Secretario de Organización del PSOE, que fue expulsado por sus compañeros por intentar “amañar” una elección interna, ya apuntaba maneras. No obstante, alguien deberá explicar algún día, qué hilos se mueven en los sótanos del PSOE para que un personaje con esas habilidades vuelva a granjearse la mayoría de sus compañeros para ser reelegido como máximo responsable del partido.

Cuando se ha reservado toda la publicidad para promocionar el famoso Black Friday, hay quien pretendía que pasara desapercibido el triste Black Year, uno de los años más negros de nuestra reciente historia. El 24 de noviembre de 2022 también ha sido un Black Thuersday : el Congreso de los Diputados aprobó las cuentas de los PGE para 2023, con nocturnidad y alevosía, para lograr “en tiempo y forma” –rara avis de los últimos años- el salvoconducto que permita a Sánchez llegar al final de esta legislatura sin demasiados sobresaltos. Ya veremos a qué precio.

De momento, nuestra joven democracia está comenzando a desgajarse bajo el “reinado” de Sánchez. Él es el responsable de que el comunismo gobierne en España después de 83 años. Efectivamente, no es el único país que tiene ese “privilegio”, pero sí el primero que lo consigue después de que su máximo responsable jurara “por todos sus muertos” que eso no sucedería nunca. Ese nunca duró justamente un cuarto de hora. Otra cuchillada ha sido la dirigida al corazón del poder judicial. Su mayor o menor gravedad dependerá del grado de implicación que las ambiciones políticas puedan afectar a los miembros de los órganos jurisdiccionales. El día que el poder judicial pierda su independencia dejará de existir la verdadera democracia.

Nuevo resquebrajamiento de nuestra democracia: para obtener la mayoría indispensable, Pedro Sánchez ha negociado con los secesionistas catalanes condenados por el 1-O, primero, su indulto, a continuación, la supresión del delito de sedición, y ya está intrigando con la fórmula que permita enmascarar el delito de malversación para apuntarse dos nuevos tantos: acceder a lo que exige ERC y, de paso, camuflar el posible indulto de Griñán y su cuadrilla. No cito las llamadas “Ley Trans” y la “Sólo Si es Sí” porque se califican ellas mismas.

Pero, hete aquí que aún le faltaban algunos votos para completar su jugada. En el otro lado del tablero también estaban sentados los “hombres buenos” de Otegui. Estos que no andan con rodeos. Ya tienen práctica. Cuando pedían dinero a los empresarios, tampoco se escondían y, por desgracia, tampoco amenazaban en balde. Sánchez no lo ha dudado ni un momento.

- ¿Queréis a Barrabás?

- No, queremos a la Guardia Civil

- No se hable más.

- Y no olvides que sigues dependiendo de nosotros

- No se me olvida

Y ahí tenemos a Sánchez de felpudo de los independentistas para continuar unos meses en La Moncloa. Cualquier otro demócrata, puesto en su lugar, no podría dormir sin remordimientos. Él desconoce el significado de la palabra moralidad. No puede caer más bajo, ni él, ni todos los que le apoyan.

Cuando una nación se siente maltratada por otra, una de las primeras medidas que suele tomar, “para abrir boca”, es expulsar de su territorio a un determinado número de personas del presunto ofensor. Es lo que acaba de hacer Bildu con la Guardia Civil. En contraprestación, Marlaska, muy ofendido con Bildu, ha expulsado de las cárceles españolas a los terroristas –que también habían asesinado a guardias civiles- y los ha mandado a otras más crueles del territorio vasco. Con algunos, su venganza ha ido más allá: los ha dejado en libertad.

Sí; ya sé que la medida sólo afecta a la Guardia Civil del Sector de Tráfico de Navarra. Esa es la milonga que quieren cantarnos. Su delito era ser servidores del orden –y, en este caso, también del tráfico- pero no asesinos. Los que se alegran de la medida odian a toda la Guardia Civil, como odian a toda España, y no cesarán –si se lo permiten- hasta acabar con todo lo español. Lo están repitiendo desde la tribuna del Congreso, y siguen formando parte de un partido que en ninguna otra democracia estaría autorizado. A los políticos “progresistas” que ocupan los sillones de nuestro Parlamento sólo les inquieta la posible ilegalidad de los partidos que llevan en su programa la defensa de nuestra Constitución, la unidad de los españoles, su verdadera libertad y su bienestar. Si, para más vejamen, les gusta estar orgullosos de su Bandera y de sus instituciones, eso ya es demasiado. Hoy día, lo que se lleva es poder ser de izquierdas, pero, cuanto más a la izquierda de la izquierda, mayor será el grado de progresismo. Así nos van las cosas.

Alguna vez tendrá que decir ¡basta! el pueblo español. Cuando se le engaña una y otra vez, se le somete a una verdadera sangría de sus ingresos, se le hipoteca su futuro y el de las próximas generaciones, y se pasa constantemente por encima de su ordenamiento jurídico, debe llegar el momento de abrir los ojos. Habrá que cambiar de táctica para no seguir perdiendo siempre.

Los que se frotan las manos con la salida de Navarra de algunos guardias civiles, que no canten victoria. En los casi doscientos años de su existencia, la Guardia Civil ha pasado por toda clase de vicisitudes y nadie pudo acabar con ella. Su historia lo demuestra y siempre fue fiel a la letra de su himno:…”Con tu sangre noble y fiera, has bordado tu blasón”. De esa sangre que regó vuestras calles y caminos y no impidió acudir en vuestro auxilio cuando fueron requeridos; de esos brazos que os volverán a tender cuando corráis peligro. No, ellos no os guardan rencor, porque no entra en su credo. El resto de españoles, que tenemos la gran suerte de ser sus amigos, no renunciaremos nunca a su compañía. Lo mismo que le ocurre a la mayoría de navarros que, por temor a vuestros métodos, no se atreven a levantar la voz.

Por mucho empeño que pongáis los independentistas, nunca conseguiréis manchar el honor de la Guardia Civil. Siempre lucirá el charol de sus tricornios.

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