"Salamanca bendita/ que cosita bonita tiene el tesoro de tu joyero/ Salamanca bendita/ tres cositas bonitas/ cante flamenco, toro y torero..." (Rafael Farina)
Ha pasado ese tiempo en el que todo se va olvidando; todo se va diluyendo y apenas queda una brizna de memoria. Se cumplen los tiempos, en cuales se dice. ¡Que todo ha desaparecido para siempre ¡¡Y poco o nada queda ya en la memoria!! Servidor, niega la mayor; y pregona que, que este gitano, Rafael Antonio Salazar Motos, alias (Farina) ¡no morirá nunca!
Cerca de una centuria se va a cumplir en que este gitano ligrimo puro, viera la luz un 2-7-1923, en Martinamor, como todo el mundo sabe. -Este columnista, también nació el mismo día y mes; con años de diferencia claro-, decir como curiosidad que se llamaba igual que un hermano suyo Rafael, “Calderas de Salamanca”, y que la prole de hermanos llego hasta los once, evidentemente en aquellos años las penurias, y las necesidades llegaban a extremos, hoy difíciles de entender por ello Rafael se fue curtiendo en la calle, al igual que aquellos toreros en las capeas de pueblos, este cantaba por las ferias, por los barrios, en cualquier corrillo, en tabernas y colmados, para llevarse unas monedas; y ya desde muy temprano estuvo también apegado al toro, pues el primer contrato serio se lo realizo el matador Antonio Márquez, marido y representante de Concha Piquer.
Bronce y oro en el Circo Prince. Luces de Feria en el teatro Calderón, pusieron al gitano Farina en circulación y en primera figura del cante. “Las Campanas de Linares” fue el éxito rotundo, y la intima vinculación de su arte con la tauromaquia, el recuerdo de Manolete, torero del pueblo, en aquella España, de tinieblas, estraperlo, y cartilla de racionamiento. También canto Farina a otros toreros, Joselito, Belmonte, (ya fuera a ritmo de pasodoble o zambras) y cierta devoción por toreros de la tierra en especial Santiago Martin el Viti” verán por esta ciudad fotografías junto a toreros charros, e ilustres personajes, entre los que siempre encontraba motivo para brindar y dedicar sus coplas y fandangos. Desde las décadas de los 50-60 y 70 Rafael sobresalió como una gran figura del cante, dominaba varios palos del flamenco y logro una interrumpida carrera, que mantuvo durante cuarenta y cinco años, “Vino Amargo”, “Mi salamanca” “Mi perro Amigo” o “Por Dios que me vuelvo loco”, entre otras de cerca del medio millar, cifra que ni el mismo conocía con exactitud, algunas firmadas por el propio Rafael. Alguien cercano le trascribía sus improvisaciones, hasta convertirlas en letras, o bien llegaba a un acuerdo con los autores para firmarlas a medias. El después las estrenaba y de ese modo se aseguraban un porcentaje en calidad de autores… canciones, que les hacia repetir a su personal de confianza hasta aprendérselas. Fue un tipo generoso con el público, que en tres ocasiones salió a hombros de sus admiradores, - cual torero por la puerta grande-. Ocurrió en Melilla, en Valencia y en Madrid.
Alterno con los más grandes Marcena, Caracol, Molina, Pepe Pinto, La Paquera de Jerez, Niña de Antequera, Lola Flores entre otros, hizo varias películas “La Copla Andaluza”, “Café de Chinitas”, “Puente de Coplas”. Aunque llevaba a Salamanca en el corazón, no fue donde más se prodigo, no fue digamos, su mejor plaza- lo reconoció un año en Badajoz, ante un grupo de incondicionales, única ocasión que hable con él-. Tan solo en los últimos años se le fue reconociendo como el artista genial, que había paseado por el mundo el nombre de esta ciudad, y presumía de ello, era un gitano elegante, alegre bonachón y generoso, Aun recuerdo por los años 90, que lo contrato Quique del Valle, otro salamantino, buen cantaor, que por entonces regentaba el Embrujo, local sito en el pozo amarillo, recinto en el cual venían figuras, todo de corte flamenco. Evidentemente en cuanto a su voz había perdido tono, pero, aun así, con tan solo una guitarra, la elegancia que le caracterizaba, y la alegría… recordaba sus tiempos pasados en los “boliches” de mesas y sillas de “aquellas” … ¡Que personalidad!.
Entre su anecdotario, decir, que apenas sabia escribir, que caso con María Amaya Fajardo, (La Pillina), bailaora, con ella tuvo un hijo que se llamo Diego, casado con la (Carmeta) y escuela en el Sacromonte (Granada), se divorcio por los años ochenta, era el cuarto de once hermanos, el pequeño “Kaito” murió en 2020… Ahora próximo a que se cumpla una centuria desde su nacimiento, y veintisiete que falleció, el (21 de noviembre) bien merece un recuerdo este gitano, y salmantino que llevaremos siempre en el recuerdo,
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerias
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