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“Estaba al límite; o pagaba el alquiler o comía”
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Ha recibido ayuda de cruz roja en tres ocasiones

“Estaba al límite; o pagaba el alquiler o comía”

Actualizado 05/11/2022 11:50
Vanesa Martins

Este cubano afincado en Salamanca tiene 53 años, tres hijos y convive con su madre de 81 años. Además, sufre una calcificación en el hombro, lo que le impide trabajar como antes

Son las once de la mañana en la Plaza de Anaya. El aire frío del otoño se deja notar entre los estudiantes que hay por allí. Entre ellos y bajo un árbol está I., un hombre que prefiere no mostrar su rostro ni su nombre, víctima de la crisis social que afecta a tantas y tantas personas en la actualidad. Tiene 53 años, es de Cuba y en 2008 dejó atrás su tierra natal en busca de una nueva vida en Salamanca. Llegaba en plena crisis económica, con un contrato de trabajo y muchas ganas de comenzar un nuevo capítulo de su vida.

Llegó con las maletas y la ilusión a puñados. Tiene tres hijos y comenzó a trabajar en el sector de la hostelería, en un céntrico establecimiento del casco histórico. Era el encargado, todo iba bien hasta que en 2020 estalló la pandemia de la Covid-19 y se fue al ERTE. Ante esta situación tan complicada, pasaban los meses pero no cobraba el dinero de esa ayuda. Fue en ese momento cuando acudió por primera vez a Cruz Roja.

“No me pagaban el ERTE, era finales de junio y me vi con la soga al cuello”. Tenía personas a su cargo, pues es padre de tres hijos, y también un alquiler que pagar. Tras acudir a la organización, le ayudaron. “Enseguida me dieron una tarjetita para comprar, fui a Carrefour y ver de nuevo la nevera llena fue una maravilla”, explica sentado en un banco de la céntrica plaza.

Esta primera ayuda puntual fue un soplo de aire fresco para él. Con el paso del tiempo, las restricciones se fueron levantando y volvió a trabajar. Destaca que “trabajo nunca me ha faltado”. Además, desde enero de este año tiene a su cargo a su madre, de 81 años.

Sin embargo, entre mayo y junio de este año la situación volvió a ser complicada y tuvo que acudir de nuevo a Cruz Roja.

En ese momento recibió una nueva ayuda puntual de comida. Fue un respiro, pero no la solución. A esto hay que sumarle que en este tiempo le han subido el alquiler de su apartamento en más de cincuenta euros y le han diagnosticado una calcificación en el hombro, lo que le impide trabajar como antes. No puede cargar ni levantar cosas por encima del hombro. “He tenido ofertas de trabajo que he rechazado. En dos días iba a tener que pedir la baja y para eso prefiero no aceptarlo”, explica con lástima.

En octubre ha sido cuando ha recibido la última ayuda por parte de Cruz Roja. Le llamaron y fue sincero con ellos. “Les dije la verdad, que había cobrado, pero aun así tengo estos problemas, se lo expliqué y me han dado una ayuda puntual”. Una ayuda de 60 euros para aseo personal y dos tarjetas de 80 euros para comprar en Mercadona. Sin embargo, la inflación actual se nota, “con el aumento de los precios se funden en nada”.

Actualmente de forma esporádica trabaja en algunos establecimientos de hostelería en los que no hay que realizar esfuerzo. Tal vez por ello mira el reloj, todavía tiene que ir por casa para ayudar a su madre antes de ir al trabajo.

Para Cruz Roja solo tiene palabras de agradecimiento y cuando les menciona, una sonrisa aparece en su rostro. “Me han ayudado mucho, yo en cuanto salga del bache me hago socio para ayudar”.

Cuando le pregunto qué pasó por su mente cuando de estar bien, de repente, estaba en esta situación lo describe con una sola palabra: desesperante. “Se pasa mal, es desesperante porque mis hijos tienen que satisfacer sus necesidades: material escolar, ropa, transporte…. Emocionalmente afecta mucho y más en la pandemia”.

Sabe que vienen meses “duros” con las navidades, los regalos... pero es optimista. “Hay que sobreponerse a los problemas, no hay que quedarse, hay que seguir adelante”.

Por ello, a las personas que están en esta situación tiene claro qué decirles: “solo se vive una vez y del cielo no van a caer las cosas. Si hay que pedir ayuda se pide, hay que tocar puertas y no puedes caer en una depresión porque al fin y al cabo tú mismo tienes que salir de ella. Yo sé que todo se vuelve gris, pero hay que ser más fuerte. La vida hay que mirarla con alegría”.