Según un informe publicado este año por la Fundación Bertelsmann, por primera vez desde 2004 hay más autocracias que democracias en el mundo. De los 137 países examinados en el estudio, 67 siguen clasificados como democráticos, mientras que los 70 restantes se califican de autocráticos.
Autora: Tamara Lauth. Defensora de los derechos humanos.
La tendencia de un giro antidemocrático se puede observar también en Europa. Pongamos por caso el estado húngaro: según el informe, en los últimos diez años Hungría ha perdido su estatus de democracia consolidada deslizándose hacia un régimen autoritario con elecciones, sí, pero con graves carencias en cuanto a participación política, estado de derecho, estabilidad de las instituciones democráticas y la integración política y social (BTI 2022).
Además de Viktor Orbán en Hungría y de Mateusz Morawiecki en Polonia, la derecha populista ganó apoyos en Suecia este verano, mientras que, a fines de septiembre pasado, en Italia el partido nacionalista de derechas "Fratelli d'Italia", con la conocida ultra Giorgia Meloni, pudo celebrar su victoria electoral.
Tildada a veces de posfascista, a veces de extremadamente conservadora, este partido italiano promueve un programa que se opone explícitamente al de su predecesor, Draghi. Aunque es la primera vez en la historia de Italia que una mujer ocupará el cargo de primera ministra, no se puede decir que sea un gran enriquecimiento para el feminismo y los derechos de la mujer. Durante su campaña electoral, Meloni se presentó repetidamente con la frase: "Sono Giorgia, sono italiana, sono una madre, sono cristiana". La imagen de la mujer está, pues, ligada a la de la madre y la religión, los valores conservadores sirven de cobertura mientras los pensamientos extremos burbujean bajo la superficie. No es de extrañar que tanto el gobierno polaco como el húngaro fueran de los primeros en felicitar a Meloni por su victoria electoral. Así, ambos países esperan que una Italia dirigida por una coalición de derechas radical sea para ellos un aliado más fuerte dentro de la UE. Esta esperanza se ve favorecida por el hecho de que Italia cuenta con un 14% de votos en el Consejo Europeo, en el que las decisiones serán tomadas por mayoría. Un cambio en el equilibrio de poder parece obvio.
Una parte de la población italiana también espera futuras restricciones a los derechos LGBTI, así como retroceso en la cuestión legal del aborto.
La población húngara también sufrió un importante revés en la cuestión de los derechos LGBTI cuando en junio de este año se aprobó una ley que puede calificarse de homofóbica y transfóbica. Con el pretexto de luchar contra el abuso infantil, la nueva ley aprobada por el gobierno húngaro prohíbe material educativo para niños, así como la publicidad que retrata una sexualidad que no se corresponda con la orientación heterosexual. Dávid Vig, director de Amnistía Internacional en Hungría, teme que se produzca una mayor estigmatización y un aumento de la discriminación contra quienes ya están sufriendo ataques (Amnistía 2022).
Los derechos humanos son un elemento fundamental de los valores europeos. El Convenio Europeo de Derechos Humanos, que entró en vigor en 1953, fue la primera protección vinculante de los derechos fundamentales en el derecho internacional. Sin embargo, la realidad social y política sigue presentando dificultades.
Aunque la Comisión Europea no está autorizada a inmiscuirse en los asuntos internos de sus Estados miembros, dispone de instrumentos y mecanismos que pueden utilizarse en caso de incumplimiento de las obligaciones europeas. Así, tanto el gobierno polaco como el húngaro fueron amenazados con la retirada de los fondos de la UE por no cumplir con los principios del estado de derecho. Queda por ver si esta amenaza tendrá algún efecto: ambos países tienen hasta finales de año para realizar mejoras dentro de sus políticas internas.
Desde este punto de vista, el profesor Andrea de Petris, director científico del Centro de Política Europea (CEP) de Roma, también espera que Meloni se modere. Italia es muy dependiente de los recursos financieros de la Unión Europea, por lo que sería deseable evitar un enfrentamiento o incluso una ruptura con la UE.
Según el análisis de la Fundación Bertelsmann, los actores de la sociedad civil se han cohesionado más en los últimos años, pero los sistemas autocráticos están aumentando en todo el mundo. Dentro de la Unión Europea, esta tendencia se refleja en el crecimiento de los gobiernos populistas de la derecha.
¿Qué se puede concluir de esto con respecto al futuro de los derechos humanos en la UE? Aunque los mecanismos del Estado de Derecho y el CEDH proporcionan el marco legal, es precisamente en tiempos difíciles como estos cuando debemos apelar constantemente a la cohesión y la fuerza de la comunidad europea. Sólo así se podrán proteger y salvaguardar adecuadamente los valores democráticos y, con ellos, los derechos humanos para el futuro.
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