Además de visitar los cementerios, el Día de Todos los Santos cuenta con sus tradiciones en clave gastronómica, y con protagonismo para los buñuelos de viento, huesos de santo, dulces de castañas...
El Día de Todos los Santos, 1 de noviembre, es una de las festividades señaladas del calendario, especialmente por su significado religioso. Pero hay otras tradiciones vinculadas este día que perduran, como la de degustar los dulces típicos de estas fechas como la de asar castañas y celebrar el tradicional magosto.
La tradición más extendida es la de visitar el cementerio para llevar flores a las tumbas de los seres queridos. Las puertas de los cementerios -tanto de la capital como de la provincia- permanecen abiertas desde incluso varios días antes para los que acuden a arreglar o limpiar las tumbas para este día.
Además, el Día de Todos los Santos cuenta con sus tradiciones en clave gastronómica, y con protagonismo para los buñuelos de viento, huesos de santo, dulces de castañas... Un día con sabor a buñuelos clásicos, pero también de crema, nata o de chocolate; masa de mazapán, yema de huevo y cabello de ángel.
Los huesos de Santo, elaborados con masa de almendra y azúcar con diferentes rellenos. Tienen forma de hueso, de ahí su nombre, y sabores de los más variado: yema, fresa, limón, trufa negra, toffee, trufa blanca o yogur. Y los buñuelos, hechos con una masa hecha de harina y azúcar y rellenos de lo más variopinto.
También es tiempo de asar y degustar castañas, uno de los frutos por excelencia del otoño. De hecho, en nuestra provincia, en concreto en pueblos de la Sierra de Francia y de Béjar se mantiene la tradición de hacer el magosto en la que se cuecen o asan castañas. Esta fiesta popular, que en su día servía de merienda, se sigue celebrando con diferentes actividades en muchos pueblos de la provincia.