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Las personas sin hogar, diferentes historias pero un mismo fin: vivir
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Las personas sin hogar, diferentes historias pero un mismo fin: vivir

Actualizado 28/10/2022 14:16
Vanesa Martins

El Centro de Acogida Padre Damián tiene en la actualidad a 25 residentes. Una de las características que ha cambiado en este colectivo es el crecimiento de personas con problemas de salud mental

El Centro de Acogida Padre Damián lleva desde 1999 atendiendo a las personas sin hogar de Salamanca. Tal y como explica su coordinador, Alfonso García, hasta ese momento la situación de las personas sin hogar en Salamanca era “muy precaria” y a partir de ese momento “se vivió una reflexión donde se vió que cada vez más gente estaba en la calle, gente a la que no se le daba respuesta más que una puntual y las cosas cambiaron”.

Desde ese momento, por el centro han pasado muchas personas. Actualmente atienden a 25, aunque en un futuro tienen como objetivo ampliar plazas. El perfil de las personas que atienden es muy variado. Se trata de un centro mixto donde durante todos estos años el porcentaje ha sido similar: un 80% de hombres frente a un 20% de mujeres. Si embargo, ahora están apareciendo nuevos perfiles, como el de gente “muy joven”. Personas de entre 18 – 20 años que tienen “sus peculiaridades”. La gente más mayor lleva mucho tiempo en la calle, pero estos jóvenes han estado poco tiempo. Eso y su edad nos está suponiendo enfocar el trabajo de otra manera”.

Una de las características que también ha cambiado en las personas sin hogar es el crecimiento en aquellas que tienen problemas de salud mental. “Han aumentado estos casos y en muchas veces estos problemas de salud mental están relacionados con problemas del consumo de drogas, o lo que se llama patología dual”.

El centro ha ido adaptándose a los nuevos perfiles. “En un primer momento se pensaba que teniendo un sitio para estar era suficiente, y que lo importante era tener un espacio, un techo. A lo largo del tiempo de lo que nos hemos ido dando cuenta es que más allá del espacio físico, de las habitaciones, de la luz…. lo que la mayor parte de la gente necesita es un espacio donde poder vivir y donde se sentirse cómodos. Terminar viviendo en la calle supone un proceso de deterioro que no pasa de la noche a la mañana. Un proceso de deterioro en el que se puede ir perdiendo salud, trabajo, relaciones sociales, la familia… “.

Por todo ello, desde Padre Damián acompañan a los residentes en sus procesos, todos ellos individuales. “No solo cubrimos las necesidades básicas. Acompañamos en el proceso para revertir esa situación de deterioro para que la gente pueda alcanzar después de todo ese proceso de recuperación un nivel de autonomía que le permita vivir de la mejor manera posible”.

Para conseguirlo cada persona tiene que haber hecho un proceso de recuperación personal: saber dónde estaba, dónde estoy y mantenerse. “Una de las cosas que no ha cambiado en estos años es la posibilidad que le damos a cada persona de quedarse el tiempo que necesite”. Por ello, desde el Centro de Acogida Padre Damián, trabajadores y voluntarios hacen de la vida de las personas sin hogar algo mejor.