Mi amigo Rosendo sabía mucho de fútbol

ROS, me entere tarde ya de tus problemas médicos y el triste desenlace. Fue el amigo común Tony Lorenzo Melgar el que me alimentó con los últimos detalles.

Te consideraba un gran amigo, en la distancia, ahora te fuiste a ver partidos más allá de Beira Mar, estadio que en Aveiro te alojó tantas veces. Sin duda, tenías alma de "ojeador" innato que, con toda sencillez, observaba partidos y jugadores en ciernes facilitando la labor de los clubes en esa labor tan difícil de encontrar talento.

Después de haber colaborado contigo en la UDS, donde yo recibí ayudas e influencias tuyas en un trabajo sordo de cantera que pocos nos valoraba, estando ya los dos fuera de aquel ambiente por el que tanto peleamos, yo te preguntaba por tus aventuras: Zaragoza, Gijón, Sevilla... Y me contabas cosas poco comunes de las que nunca aparecían en los periódicos.

Rosendo era un hombre tímido, sencillo, colaborador, enfrascado en el fútbol pero no enriqueciéndose de sus conocimientos futboleros. Era un amateur en la parte más positiva de la palabra. Pero un profesional que veía 3 o 4 partidos los fines de semana y quemando coches de tantos kilómetros recorridos, soportando sus crónicos dolores de espalda.

Nunca hizo ostentación de sus muchos fichajes de gran nivel: Bilardo, Maradona, Simeone, Suker, Zamorano, Alves y tantos otros. Sin embargo, a él le gustaba relatar aventuras menos trascendentes e igual de apasionantes que pasó en Forterra y, sobre todo, en el torneo de cafeterías con el equipo del Villarroel. Además, tenía pasión por un entrenador y, a pesar de saber muchas anécdotas de Luis Aragonés, siempre salía a colación la gestión de Cantatore. Sin duda, fue su modelo de entrenador, que no ha aparecido en ninguna reseña periodística. Y cuestionaba ciertas modernidades del fútbol al haber conseguido, con su experiencia, una sintetizacion de lo que era el fútbol eficiente.

Rosendo Cabezas se lleva para siempre un bagaje importante de conocimientos, aunque yo me quedo con los buenos recuerdos de un amigo entrañable y un hombre de fútbol, para mi inmortal.

Marogar