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Amicus Nebrija
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LA OPINIÓN DE JUAN CARLOS SÁNCHEZ GÓMEZ

Amicus Nebrija

Actualizado 23/08/2022 01:46
David Rodriguez

Magnifico prólogo de la 25 Feria de Teatro de Castilla y León y mejor contribución al 5º Centenario de la Muerte del insigne humanista

Por Juan Carlos Sánchez Gómez

Dedicado a Rosa María García Cano y a todo el equipo actual de la Feria de Teatro de Castilla León-Ciudad Rodrigo, en su 25 aniversario.

No decepcionó, no, el “reestreno” de Amicus Nebrija en el Teatro Nuevo Fernando Arrabal de Ciudad Rodrigo el 21 de agosto de 2022. Promovido por el Ayuntamiento de Lebrija (Sevilla) y estrenado en febrero de 2022, llegó a Ciudad Rodrigo, como segunda estación, este montaje teatral de Denis Rafter, ese bardo irlandés que con tanto amor y humor embellece todo lo que toca. No decepcionó, no. Ya lo conocemos bien en Ciudad Rodrigo y en el entorno de su Feria de Teatro de Castilla y León. Lo conocen bien en Mérida y en Almagro, por decir algunos festivales, y lo conocen en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y en tantas compañías españolas y tantos actores y más amigos.

Amigo de sus amigos, Denis Rafter no podía concebir mejor idea que la amistad para acerarse a Elio Antonio de Nebrija. Como en casi todas las cosas, el concepto, la idea matriz, el hallazgo de la idea creativa es la que cuenta. Aquí radica el primer acierto de Rafter: hablarnos de una figura inmensa y gigante entrando por la puerta de la amistad, fraguada en la vida universitaria en aquellos años del último tercio del siglo XV en el Estudio Salmantino. Un niño irlandés que viene a estudiar y es puesto bajo la tutela de otro estudiante tres años mayor que él: Elio Antonio de Nebrija. Esta es la ficción, el cuento, el relato dramático donde Denis ahonda para tejer una inmensa amistad, una gran devoción y reconocimiento de su amigo del alma. Los grandes clásicos nos tienen acostumbrados a maravillosas creaciones artísticas sobre la amistad verdadera, fecunda y duradera. Esta es una amistad así. Un texto humano y humanizador, humanista stricto sensu, porque se centra en el hombre y desde él mira y habla de los trabajos y los días, de los estudios y las publicaciones, de las intrigas y envidias, de amores y de vida familiar, de hijos a los que educar y alimentar, de la España y el Nuevo Mundo, de Reyes y Cardenales, de la Iglesia y de las Santa Inquisición, de educar y superar el atraso; un humanista develador de la barbarie, como nos dirá el texto en más de una ocasión, en ese “castellano” difícil para nuestro irlandés, siempre en lucha con los acentos, los masculinos y femeninos, los tiempos verbales y algunas de las preposiciones como por o para, de ello nos contaría muchas anécdotas Pepa Pedroche en su asesoría lingüística y textual.

Si ya el texto es un acierto, también lo es la puesta en escena, rodeada de libros por el suelo, con una “cátedra”, un pequeño taburete, velas por doquier y dos cirios luminosos, como si fueran el signo de dos luces que se acercan, de dos corazones que dialogan, de dos luminarias que se contagian en una amistad recíproca. Un monólogo, como nos tiene acostumbrado Denis Rafter, con modulaciones de voz acomodada a la emoción del momento, sin afectación alguna, sin buscar al emoción facilona, sino en todo medida y ponderada, cual clásico que se precie en ese equilibrio renacentista por tratarse de uno de nuestros más grandes humanistas. La iluminación fina y elegante, nada invasiva, de su buen amigo y gran colaborador Juanjo Llorens (que le acompaña desde Noche de Reyes); la elección tan atinada de alguno de los textos de Nebrija, tanto de las Repeticiones, como de la Apologia o de sus poemas, entre otros.

Y una última consideración: tras asistir al espectáculo, además de empatizar con el bardo amigo, simpatizas del todo con la peripecia humana, intelectual y espiritual de ese Amicus Nebrija y sales del teatro queriendo saber más, queriendo más al humanista que fue y cuyo legado pervive más allá de la publicación de la primera Gramática Castellana. Sales con la convicción de haber asistido casi a un acto de “reparación de la memoria”, pues la nuestra es flaca y selectiva, demasiado proclive a olvidar a los que hicieron grande nuestro legado. Asistes a la función como quien entra en el corazón de un gran país, cuyas intrigas lo han empequeñecido, cuyas faltas de libertad y servidumbre a los poderosos y mediocres, la han cercenado en sus maravillosas posibilidades. Entras y sales del amigo al amigo, como quien aprende a mantener las fidelidades que nos salvan y las esencias que no caducan.

Esta obra es un canto a la amistad y a la verdad de las personas que han trabajado por nuestro legado cultural.

Es de bien nacidos ser agradecidos, y en este momento quienes han promovido esta iniciativa en el año de Nebrija deben sentirse orgullosos, porque no han llegado tarde, ya que tantas veces llegamos tarde a estos eventos. En esto ciertamente han llevado la delantera el Ayuntamiento de Lebrija y el Área de Cultura de la Diputación de Salamanca; esta ya ha logrado llevar a más de 80 localidades la función “Buscando a Nebrija” escrita y dirigida también por Denis Rafter y estrenado en diciembre de 2021 en el Zarzoso (https://salamancartvaldia.es/noticia/2021-12-21-buscando-a-nebrija-una-inteligente-puesta-en-escena-para-recorrer-la-espana-rural-285101). Si el conocimiento compromete, seguro que este V Centenario de la muerte de Nebrija dejará un buen sabor de boca en la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo, pues además de este prólogo en el Teatro Nuevo, al mismo Denis se le podrá ver en el cuentacuentos Elio y Eloisa, para el público infantil en el marco del Divierteatro. Además de agradecer a todo el equipo de la Feria de Teatro su sensibilidad en este centenario, vaya el agradecimiento a Jesús Rodríguez del Pozo por su entusiasmo y buen hacer previos en todo lo que tiene que ver con la Ruta Nebrixense y a Javier de Prado Herrera, compañero de fatigas de Denis en todo este proceso creativo. Mi agradecimiento a José Vicente, cuyas fotos ilustran este artículo.