Las pinturas de Palla Rubia suponen una joya de nuestro pasado que tenemos el deber de preservar, así como darles el valor e importancia que tienen como yacimiento.
El noroeste salmantino es una tierra llena de tesoros escondidos, algunos de los cuales se remontan varios miles de años atrás, en aquellos tiempos en que a nuestros pueblos aún les quedaban varios siglos para ser creados, y los poblamientos humanos se daban aprovechando las propias estancias que ofrecía la naturaleza entre cuevas y recovecos que ofrecían refugio.
Fruto de ello, en el municipio de Pereña nos encontramos un importantísimo vestigio prehistórico como son las pinturas rupestres de Palla Rubia, que se remontan al Neolítico, y que han podido conservarse gracias al difícil acceso a las mismas, ubicadas frente a un entorno tan privilegiado como la cascada del Pozo de los Humos sobre el río Uces.
Declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985, las pinturas de Palla Rubia siguen siendo unas grandes desconocidas en nuestra tierra, y lo mismo podríamos decir de otros ejemplos de nuestro arte rupestre, como La Malgarrida (en Hinojosa) o el Arroyo de las Almas (en La Fregeneda), mucho menos conocidos que otros de la provincia como el Canchal de las Cabrás Pintás (en La Alberca) o la joya de la corona de nuestro arte rupestre, Siega Verde (en Castillejo de Martín Viejo), reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Volviendo sobre las pinturas de Palla Rubia de Pereña, el conjunto está formado por diversas figuras esquemáticas (algunas de ellas antropomorfas) que se distribuyen en cinco paneles, pintadas en colores rojo, negro y ocre, si bien predominando el color rojo sobre el negro y el ocre.
Por otro lado, los puntos poseen un importante protagonismo en las pinturas de Palla Rubia, siendo un conjunto de puntos reunidos en forma de espiral formando un círculo imperfecto una de las partes más características de dichas pinturas, en las que también hay otras figuras como líneas pareadas, enrejados cuadrangulares o una especie de reptil.
En todo caso, pese a estar declaradas como Bien de Interés Cultural, estas pinturas acusan un notable deterioro por el inevitable paso de los siglos y las condiciones atmosféricas de su ubicación, hallándose junto a las pinturas otros elementos prehistóricos como cazoletas labradas en roca, a las que se sumaría un conjunto de 25 cruces talladas en piedra con posterioridad tras la cristianización.
De lo que no cabe duda, no obstante, es que las pinturas de Palla Rubia suponen una joya de nuestro pasado que tenemos el deber de preservar, así como darles el valor e importancia que tienen como yacimiento, siendo conscientes de que nuestra principal responsabilidad es que se conserven estas pinturas en el mejor estado posible.