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Meimoa: una jornada fluvial en la frontera
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EN PENAMACOR (PORTUGAL)

Meimoa: una jornada fluvial en la frontera

Actualizado 22/07/2022 17:35
Raquel Martín-Garay

Presidida por los ojos de su puente de piedra, la playa del afluente del Zêzere es fresca, ajardinada y destaca por su frondosidad en una tierra de caluroso verano

Al llegar al pueblo de Meimoa, según venimos desde la frontera salmantina por Sabugal, vislumbramos a la derecha un vistoso puente de piedra, que aquí llaman Ponte romana. No sabemos si es realmente de época romana o posterior, pero, antes de atravesarlo, -algo que podemos hacer a pie o en coche-, observamos a su izquierda lo que parece ser un agradable espacio natural: por verde, fresco y sombreado.

Si estacionamos el coche en el aparcamiento existente a su entrada, accederemos a un recinto cuyo césped notamos húmedo; dejaremos atrás un campo de fútbol y divisaremos ya el curso del pequeño río Meimoa, que da nombre a este pueblo y a esta playa.

El riachuelo Meimoa es un afluente del Zêzere y en esta parte de su curso es represado en un canal de varias decenas de metros, incluyendo una pequeña cascada que nutre lo que parece hacer las veces de piscina fluvial para los más pequeños.

La playa fluvial de Meimoa, en el concejo rayano de Penamacor, sorprende por su frescura, -en esta tierra de veranos calurosos-, ya que, a ambos lados del río hay gran cantidad de alisos, que mantienen verde el cuidado césped. Se accede al baño mediante varias escaleras situadas a lo largo del recorrido. Tres puentecitos metálicos con suelo de madera conectan ambas orillas.

La zona fluvial tiene un bar de apoyo, donde sirven algunas tapas tradicionales en el Portugal de frontera, como mollejas o caracoles. También hay tostas, sándwiches y bocadillos. La terraza del bar es amplia y se extiende por buena parte de la margen derecha del río, bajo los árboles.

Hay duchas exteriores. También barcas de pedales; merenderos de madera y contenedores selectivos de basura. Con todo, lo más motivante es extender la toalla a la vera del río, con una buena protección aislante, pues el suelo mantiene la humedad gracias a los claroscuros creados por esta zona frondosa, óptima para pasar las horas más calurosas del día. El agua está fresca, pero no llega a estar fría.

Hay un aparcamiento más grande al otro lado del puente de piedra. El día que visitamos la playa fluvial de Meimoa ésta no se encuentra muy concurrida.

A nuestro alrededor escuchamos hablar en francés. Estamos en una tierra de emigración, sobre todo hacia Francia, que en verano se anima con la vuelta de sus naturales. Hasta tres generaciones, y cuatro, hablando ya todos en francés. Disfrutando todos de esta zona de recreo, de tranquilidad hasta que llega la tarde y se llena de familias dispuestas a pasar el final del día en una zona donde los niños pueden jugar en el parque infantil, bañarse y merendar al alcance de la vista de los adultos.

La Serra da Malcata domina esta mitad norte del concejo de Penamacor, predominantemente forestal, abundante en agua y en valles dedicados a la actividad agropecuaria. Una sierra declarada Reserva Natural e inserida en la Red Natura 2000, que constituyó en tiempos un buen hábitat para el lince ibérico, hoy en día en vías de recuperación a través de programas conjuntos con España.

Si el felino ibérico vuelve a andar por esta comarca estará a las puertas de Castilla y León, en la zona más septentrional de la península ibérica donde puede habitar el lince ibérico.

Los cursos de agua dejan tres playas fluviales en el concejo: Meimoa, Meimão y Benquerença. La de Meimão, que aprovecha el embalse del mismo nombre, es la más grande de todas, con una piscina flotante dentro del gran plano de agua, vigilancia y posibilidad de practicar pádel surf o piragüismo. Sin embargo, las otras dos, por estar menos abiertas, son más frescas. Igual que el Parque de Campismo do Freixial, con piscina infantil y para adultos a la sombra de fresnos, alisos y sauces.

Además de estas, en Penamacor hay otras aguas, las termales de la Fonte Santa. No es por casualidad que haya un pueblo en el concejo llamado Águas.

Las que pasan este verano bajo los ojos del puente sobre el río Meimoa no conforman un fuerte caudal, pues estamos en año de sequía. Se dice de este puente que es romano-filipino. Lo cierto es que en esta localidad fueron hallados vestigios romanos.

El experto local, Mário Bento, fue uno de los que llevaron a cabo investigaciones arqueológicas en este sentido. Su colección de objetos etnográficos y arqueológicos forman parte hoy de una exposición que puede contemplarse en el Museo del Dr. Mário Bento, en la propia localidad de Meimoa, ocupando lo que en tiempos fue un lagar de aceite.