Automedicarse aumenta el riesgo de sufrir efectos secundarios, y si los tenemos que tomar por prescripción médica lo mejor es no conducir
Los antigripales y anticatarrales, los analgésicos opiáceos, los antihistamínicos de primera generación, las benzodiacepinas y los ansiolíticos aumentan el riesgo de sufrir un accidente de tráfico porque producen somnolencia, según ha alertado la experta de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), Jimena Ramón García.
"La población no es consciente del efecto que algunos medicamentos pueden tener en la conducción de vehículos y su influencia en los accidentes de tráfico. Por ello, es importante sensibilizar a la población general y también a los profesionales sanitarios sobre estos efectos negativos", ha dicho.
Además, prosigue, la automedicación contribuye al desconocimiento de estos efectos secundarios, ya que no hay ningún profesional sanitario informando al paciente sobre los efectos de su tratamiento y, "por desgracia", no es real que todos los pacientes se lean el prospecto antes de tomar cada medicamento.
"Mucho menos los de los fármacos sin receta, que como se suelen entender como 'medicamentos más seguros' la población general toma con menos precauciones si cabe. Muchos de estos medicamentos se consumen tranquilamente en el día a día sin tener ninguna precaución al respecto, como sucede, por ejemplo, en el caso de los fármacos para el resfriado que contienen difenhidramina", ha argumentado.
En este sentido, desde SEFAP se recuerda que, desde la aprobación en España del Real Decreto 1345/2007, que regula el procedimiento de autorización, registro y condiciones de dispensación de los medicamentos de uso humano fabricados industrialmente, a las empresas farmacéuticas se les exige que todos los medicamentos que puedan afectar a la capacidad de conducir o manejar maquinaria incluyan en su cartonaje un pictograma (una señal de peligro con un coche en su interior) con el fin de alertar a los pacientes de que ese fármaco tiene efectos a nivel de conducción y es necesario que lean las advertencias relativas a estos efectos recogidas en el prospecto.
En todo caso, si tiene que conducir, la portavoz de SEFAP ha recomendado consultar siempre con el farmacéutico sobre los efectos del fármaco en la conducción; acudir al profesional médico para buscar una alternativa de fármaco que no presente efectos sobre la capacidad de conducción, o que éstos sean mínimos; y tener en cuenta que el efecto de los medicamentos se manifiesta en especial durante las primeras horas después de la ingesta y de manera más intensa en los primeros días del tratamiento o en el caso de cambios de dosis.
Si se observa que el medicamento influye en los reflejos y la capacidad de concentración mientras se conduce, la experta ha destacado la importancia de evitar conducir hasta poder consultar con el médico, pero no dejar de tomarse la mediación pautada. Del mismo modo, ha alertado de que el consumo de alcohol mientras se toman estos medicamentos puede aumentar el riesgo de sufrir los efectos de sedación, somnolencia o perdida de reflejos.