Las manos, para Han y Heidegger, representan la capacidad de trabajo y pensamiento del ser humano. Se piensa con las manos puestas al trabajo.
Confío en la capacidad de una pluma. En la capacidad de un lápiz. En la de la mano de Heidegger citada por Byung-Chul Han. Confío en esas capacidades para construir un mundo mejor.
En los Museos Vaticanos pude presenciar una masa de color de silencio. Un Van Gogh. La Piedad. Por allá del año 2000, inicié mi lectura de cosas relativas al pintor neerlandés. Antes, en el hogar paterno, había desgastado algunas tardes hojeando un volumen en gran formato del autor de los girasoles. Desde siempre, aquellas impresiones de la infancia no han dejado de resonar por un motivo u otro en el conjunto de mis días hasta hoy.
Mi vida en Xalapa me ha acercado a una dimensión nueva de mi experiencia de la vida, atravesada por todos mis años anteriores aquí, poniéndose de relieve en el cruce de una calle, en la entrada a un parque, en un paseo por la zona universitaria. Dejé esta ciudad hace tiempo. Ahora la enfrento otra vez en mi ejercicio vital y profesional. Salamanca y Suzhou han quedado atrás, si bien asimismo se perfilan en mi horizonte como objetos adonde se encaminan mis pasos.
Entre las experiencias estéticas en la Atenas Veracruzana, Xalapa, se encuentra la lectura del filósofo surcoreano citado arriba, Han. Ayer en la Biblioteca de la Ciudad tomé el apunte de abajo.
Hoy he retomado mi lectura de No-cosas. Estoy por iniciar el epígrafe «Las cosas queridas». Acabo de terminar el epígrafe «La mano de Heidegger». Ambos epígrafes entran en el capítulo «Vistas de las cosas». Este capítulo, por muchas razones —entre las que podría enumerar la valoración de un poema y de un cuadro— me resulta de relevancia estética para los estudios de las obras de arte.
Por ahora, probablemente solo haré mención de un aspecto a mi juicio fundamental para el entendimiento de los asuntos referidos. Se trata de la cosa mano. Inspirado en el autor de El ser y el tiempo, Han construye una narrativa de exaltación a la mano como parte del cuerpo humano de donde conseguimos, a través del trabajo, el anclaje al mundo, y por lo tanto a la realidad de la existencia también.
En otro orden de cosas, el filósofo surcoreano alude al misterio de la obra de arte. Ese misterio, paradójicamente, no lo encubre ningún velo. La persona no debe emprender ninguna acción para llegar a él. El misterio de la obra de arte radica en ella misma como cosa. Su carga de significante como expresión desborda a la del sentido en ocasiones (¿por no decir siempre? ¿por hablar de qué tipo de significado?) vacío. Su materialidad plástica constituye su condición de ser.
Las manos, para Han y Heidegger, representan la capacidad de trabajo y pensamiento del ser humano. Se piensa con las manos puestas al trabajo.
Hasta aquí llega el apunte de ayer en la Biblioteca de la Ciudad. No-cosas de Byung-Chul Han me ha acompañado las últimas semanas. El volumen no supera las 150 páginas. Su tipografía en Taurus, 2022, ofrece un tamaño generoso para una lectura reposada. El papel invita al tacto hedónico y despreocupado.
La lectura del libro entendida como cosa me inspira un silencio tal vez olvidado desde el día cuando contemplé la Piedad de Van Gogh. Uno como el de Salamanca cuando su composición arquitectónica enmudece la boca del espectador. Ese libro al que llegué por mis padres permite enfrentar la vida de la tierra con una disposición de ánimo abierta a la realidad.
Mi universidad en China, Soochow University, me ha ofrecido trabajo a partir del año 2025. Por el momento en México trabajo para el CONACYT. Mi pluma me hace avanzar adelante en un camino donde muchas veces el papel se confunde con la existencia.
Poema escrito al final del apunte sobre las No-cosas de Byung-Chul Han
Un verso endecasílabo al día
me acerca a ese verso no escrito
aún en la poesía del humano
aquí en esta tierra inconstante.
Lo escribo desprovisto de sentido
dejando a su cuidado mi descuido
de ser para la vida algo simple
al modo de una mesa, una silla.
Mi mano se detiene en su cuerpo
rodado en el ritmo inasible
manando de mi pecho a mi pluma.
El tacto de las letras me conmueve
con ese balbuceo en el silencio
de alguien reclinado en su escritorio.
16 de julio de 2022
Xalapa-Equez., Veracruz, México
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