A primeros de mayo-22, aprovechaste mi debilidad producida por otra dolencia grave y me machacaste.
Te llaman Covid19 porque apareciste, según dicen en el año 2019, en China, pero poco importa. A principios de 2020 te extendiste por todo el planeta, sembrando el temor, la zozobra y el miedo. Planteaste una serie de problemas y sacaste a la luz muchas carencias que habíamos ignorado. A veces somos muy listos y nos convencemos que con los medios que tenemos podemos hacer frente a cuantas cuestiones se nos presentan. Oíamos decir: “Todo está bajo control, tenemos los medios y equipos para combatirlo”. Se pasaron de listos los responsables públicos, los inefables tertulianos y todos los gurús. Ilusos, ingenuos.
Pues bien, llegaste tú haciendo daño individual y colectivamente y echaste por tierra todo aquello de lo que presumíamos y nos pusiste delante de la cruda realidad. Todo patas arriba. No estábamos preparados.
A lo largo de cómo se desarrollaba la pandemia, surgió, como una explosión volcánica, el sentido de ciudadanía. Por una parte era como un movimiento de autodefensa y al mismo tiempo de solidaridad con los demás. Y surgieron todo tipo de iniciativas de animación, que recordamos. Había que buscar los medios de defensa ante tu crueldad.
Se empiezan a poner las primeras dosis de las diversas vacunas que suponen estar sedientos y encontrar un vaso de agua fresquita.
Sembraste la desconfianza, las personas se separaban, sagrado metro y medio, mascarillas, etc. Pero tu astucia no tenía ni tiene límites. Buscas todos los recovecos para infiltrarte.
Te llevaste por delante muchas cosas, ilusiones, esperanzas, proyectos, sembrando zozobras, tristezas, etc. Y no te faltaron aliados: Negacionistas, antivacunas, antimascarillas, insolidarios e incívicos, egoistones engreídos que se creían supermanes a pesar del panorama diario.
Pusiste de relieve la incapacidad (por decirlo de alguna manera) de nuestros representantes políticos que fueron nulos en ponerse de acuerdo buscando la unidad de acción en sus reuniones semanales (famosas Interterritoriales de las 17 comunidades), donde estaba la prevalencia de las sagradas competencias, intereses de partido, fines electorales. Desastre. Nadie ha dimitido, nadie ha pedido perdón. ¡Qué caras más duras!, ¡corazones de roca!, ¡qué posaderas más pegadas al sillón!.
Y te has llevado para siempre a muchos de nuestros familiares. En muchos casos, solos, y sin poder recibir un beso de despedida.
Al final, a pesar de luchar contra todos los inconvenientes y todas las tretas para evitarte, a primeros de mayo-22, aprovechaste mi debilidad producida por otra dolencia grave y me machacaste.
Sin embargo, aguanté tu agresividad y sacando fuerzas de flaqueza, logré ganarte esta batalla. Puedo decir con ufanía y una sonrisa, como diría mi abuela Micaela, jodío bicho TE VENCÍ.
L´Hospitalet de Llobregat, 30 de Junio de 2022
Antonio Tena