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La ira, contenida y apacible
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La ira, contenida y apacible

Actualizado 15/06/2022 08:51

"La ira nace del temor, y este es un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si usted posee coraje y determinación, tendrá cada vez menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado" (Dalai Lama)

La calle está dominada por la ira, provocada por el temor hiriente de un futuro apestoso y maloliente. Si uno pone atención a todo aquello que viene ocurriendo, cada día, puede comprobar, que los casos de ira, de violencia, de criminalidad, de grosería, de desprecio, de palabrería inconsistente, malversación indecente, y de tanta corrupción en exclusiva. Exclusiva de clase dirigente omnipotente una vez elegida en las urnas democráticamente.

Luego disponemos también de una ira contenida. Difícil definir ese tipo de ira que se queda en ruido no sordo sino ensordecido, cuatro palabras más altas, algún insulto enviado a un televisor que permanece impasible mientras continúa enviándonos mensajes, los mensajes que ofenden nuestras tripas, que no es que sean muy exigentes, pero que ya no pueden digerirlos. Una rabieta retroalimentada entre amigos con similar criterio, afectados por los problemas que nos insultan en su imparable sucesión, provocará nuestra ira que se apacigua al llegar la hora del siguiente compromiso donde la acción del momento llevará al olvido nuestro enfado dejándonos sumidos en el estado de “Ira apacible”.

Y entre “ira apacible” e “ira apacible” continuamos sufriendo a la clase dirigente blindada en sus prebendas aprovechándose de la necesidad que como sociedad tenemos de ellos y divirtiéndose al ver nuestra irritación inservible, irritación que no deja de ser como el gas de la gaseosa, un poco de ruido al dejarla libre pero que desaparece ante esa misma libertad. Hay síntomas inequívocos de que algo no funciona bien en una sociedad, que ha perdido el sentido común, o de que el cretinismo se impone lenta y silenciosamente, se produce cuando algunas cosas importantes pero obvias se convierten en objeto de reflexiones fundamentales generan estupor: A tal punto se llega cuando se consideran “normales”, “naturales” o “lógicos” determinados comportamientos y actitudes que olvidan cuestiones tan esenciales como la responsabilidad, la dignidad de las personas, la memoria, el compromiso o el comportamiento ético, - (ese del que presumen algunos gurús de la política, y alguno de ellos ignoran completamente su significado) - entre muchas otras. Normalmente se llega a este punto a través de una firme y peligrosa inercia que borra hasta la raíz lo que a muchas generaciones anteriores les ha costado muchísimo construir a base de dedicación, entrega, esfuerzo y sacrificio.

Nos estamos acostumbrando, a convivir con “la ira apacible”, con el desencanto que nos producen aquellos, que quieren someternos con sus mentiras, con las cosas prometidas, que luego sistemáticamente se incumplen, vivimos en esa cortina de humo, sobre la mentira y el poder, debe ser que la hipocresía y el fariseísmo es el reflejo de vivir en mundo más libre, donde la generalización de la democracia, ha estrechado paradójicamente el pluralismo, y hay ideas que no se pueden pensar y menos decir. Parece que tenemos una total libertad para manifestarnos, de forma clara y rotunda, y sin embargo, resulta desalentador comprobar, como el espíritu dictatorial sigue habitando entre nosotros, en nuestra sociedad y en nuestros demagógicos políticos. A todo el mundo se le llena la boca hablando de libertad de expresión, pero casi nadie tolera que se le lleve la contraria, ni, aún más grave, que exista lo que, según cada cual no debería existir.

Por ello, hemos sucumbido a vivir con la “ira apacible”, que trae consigo la desconfianza, la animadversión, falta de comunicación, donde se están debilitando peligrosamente las relaciones, y donde hemos venido sustituyendo cantidad por calidad, donde solo el tener parece ser el objetivo mayoritario, y donde el ser queda lastrado ante la pereza de establecer relaciones personales. Con este caldo de cultivo, y con la desgana, que nos producen aquellos que deberían estimularnos, es donde habitamos. Es lamentable tener que manifestarse así, pero es que apenas quedan energías, para convencerse e interpretar correctamente, el optimismo y las emociones.

Fermín González, salamncartvaldia.es, blog taurinerías

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