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Los secretos de las entrañas de nuestro Museo de Arte Contemporáneo, el DA2
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custodia un tesoro de trescientas obras en diferentes formatos

Los secretos de las entrañas de nuestro Museo de Arte Contemporáneo, el DA2

Actualizado 25/05/2022 12:34
Charo Alonso

La visita guiada desde los muelles de carga hasta los depósitos donde se almacenan sus obras es muy interesante

Tiene Salamanca el privilegio de un Museo de Arte Contemporáneo excepcional que siempre nos sorprende con sus propuestas y que, en la Semana de los Museos, abre las puertas de los espacios que hacen posible su trabajo. Y es la misma directora del DA2, Tate Díez, quien inicia esta visita desde el muelle de carga que posibilita la llegada de los camiones que traen las obras, algunas de enorme tamaño, con toda la comodidad de un sistema de elevación, un gran montacargas y un ritmo lento y sostenido para no dañar en absoluto las piezas. Aquí todo se hace con lentitud y cuidado, con la ventaja de un patio exterior amplio, naves diáfanas y la solidez de un edificio de 1930 que, paradojas de la vida, fue cárcel provincial y ahora, espacio de libertad creativa y propuesta atrevida que entra por el muelle de carga, sube por el elevador hidráulico y se introduce en el enorme montacargas que, en palabras de Tate Díez, a veces no es suficiente, porque los artistas superan los contenedores donde se exhiben las obras.

No tiene el DA2 una colección permanente y siempre está en perenne cambio. Sin embargo, en sus depósitos se guarda la memoria de sus exposiciones: un tesoro de trescientas obras en diferentes formatos que se remontan al 2012 y que son nuestro patrimonio contemporáneo. Un patrimonio que hay que cuidar y conservar con una serie de protocolos que el público, ajeno a esta materia, no puede sospechar.

¿Quiénes son los enemigos de estas obras de todos? La humedad, los insectos, la temperatura inadecuada. De ahí que las obras se guarden en impresionantes peines donde no llegan ni la luz ni el polvo, y se guarda el índice de climatización y humedad cuidadosamente. Pocas instituciones están tan bien preparadas para la conservación de obra contemporánea como el DA2: se trata de un centro que cumple todos los requisitos a rajatabla que se exigen en los circuitos artísticos mundiales y la directora nos hace ver que todo está levantado varios centímetros del suelo para evitar el agua de una posible inundación, que hay un sofisticado sistema antincendios. Todo está asegurado y perfectamente identificado, limpio, ordenado, inventariado e informatizado porque los protocolos que rigen la conservación de este tipo de museo son sumamente rigurosos.

¿Cómo se combate a los roedores, cucarachas o polillas? Los peines son sumamente seguros para la obra plana, así como los grandes cajones llamados “planarios” donde se guardan piezas sin soporte rígido o enmarcación pero existen otros sistemas de almacenaje y sorprende el hecho de que el video arte también requiera de espacios adecuados aunque todo ahora pueda depositarse en el disco duro de un ordenador. El vídeo arte, cuya proyección tiene instrucciones muy concretas por parte del artista, es una forma nueva que hemos aprendido a apreciar en el DA2 y que tiene su particular forma de guardarse. Guardar, almacenar, señala Tate Díez mientras cierra y abre puertas de este espacio inmenso y secreto bajo las salas que recorremos en el museo, cuesta dinero y supone en ocasiones una moneda de cambio beneficiosa para las instituciones.

Prueba de ello son los fondos de la Fundación Coca Cola que custodia el museo y que son una fuente inagotable de exposiciones. Metidas en cajas de transporte de madera perfectamente tratada, la colección es un Tetris fascinante de piezas herméticamente selladas, de todos los tamaños y formas. Su variedad configura un mapa, un plano donde todas las piezas están perfectamente localizables, cuidadas y protegidas. Cajas y cajas de madera tratada para soportar las plagas, el agua, el maltrato en los viajes, y que en ocasiones, se sellan con un dibujo que representa una espiga, buena prueba de que es una caja capaz de moverse por el mundo en perfectas condiciones.

Cajas que contienen obra que, en pocas ocasiones, requiere de restauración y cuidado pese a que se mueven por el mundo perfectamente quietas, protegidas de toda perturbación y en ocasiones, acompañadas de un “correo” que acompaña en todo momento a la obra, viajando con ella en aviones de carga, recorriendo aeropuertos y museos, asistiendo a su apertura, colocación y tras la exposición, guarda y viaje de regreso. Es la aventura de la obra prestada, la obra viajera que se pinta con el color de cada museo y que recorre el mundo para solaz de los visitantes que no sospechan que, tras cada muestra organizada, hay un trabajo de comisariado, de elección de las piezas, de préstamos, seguros, permisos, viajes, transporte cuidadoso y colocación en las paredes recién pintadas y perfectamente acondicionadas.

Duermen las cajas de madera su sueño cuidadoso en el DA2. En el silencio, la humedad controlada, la temperatura y la luz que no está, se cuida el patrimonio de una ciudad que apenas conoce los entresijos de un mundo diferente. Es el espacio de nuestro patrimonio donde se mima el arte depositado entre capas de teflón, tela y madera, colocado en los peines que se mueven en silencio, en las estructuras hechas por un herrero que supo enseguida cuáles eras las diversas medidas del arte liberado de toda convención. Es el espacio de las anécdotas que se guardan en secreto, de las diminutas piezas inventariadas entre las grandes en las gavetas, de la guarda y custodia de bienes que despiertan controversia, del trabajo infinito de poner en marcha una exposición llena de montajes inmensos y complejos. Un espacio que abre generosamente la responsable del DA2, sabia y atenta, moviéndose con el cuidado, la cautela y la suavidad con la que las cajas se mueven ya dentro del perímetro de nuestro Museo, de la antigua cárcel convertida en espacio de arte, y a cada arte… su libertad y su depósito secreto…

Charo Alonso.

Fotografías: Fernando Sánchez.