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La casa de la poesía es de Charo Ruano
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La alacena de los libros

La casa de la poesía es de Charo Ruano

Actualizado 14/05/2022 23:43
Charo Alonso

Conocida artista salmantina que ha hablado de su obra en la Feria del Libro

La Feria del libro de Salamanca, la de la Plaza Mayor, la de la Biblioteca de todos, tiene la costumbre de la lluvia y de la poeta y periodista cultural Charo Ruano. Y ambas son puntuales a su cita y solo la pandemia detiene esta hermosa semana de conciertos, encuentros, charlas, presentaciones, firmas y versos. Versos que desgrana con precisión filológica, pasión y conocimiento, la profesora universitaria Paqui Noguerol, siempre certera.

Escucharla es un placer, un gusto y un ejercicio de aprendizaje. Nadie hace tan creativa y apasionadamente el análisis de un libro. Tiene el amor y el infinito conocimiento para mostrárnoslo en la plenitud de su erudición. Y en el caso de Charo Ruano, las distintas ocasiones en las que ha presentado su obra hacen de Noguerol la interlocutora perfecta de esta poeta, periodista cultural, tan vinculada a la Feria del Libro, a la vida libresca de esta Salamanca que acude a la cita. Autora de libros para niños y de una larga, sostenida lista de títulos donde disecciona la dimensión humana a través de una poética de la melancolía, de la lucidez, del fracaso de lo soñado que golpea al lector siempre atento a la persistencia de su voz poética.

La casa, como algunos de los libros de Ruano, abre y cierra con dos poemas de una historia que va in crescendo, poemas que dialogan entre sí y que se muestra cercano a otro título de la autora, De noche, los lobos en el que la mujer buscaba un refugio a la intemperie, a la incomunicación, a la fragilidad… temas que, según Noguerol, caracterizan el discurso poético de una autora con necesidad de refugio, que tiene la valentía de explorar lo que no miramos como la enfermedad, la muerte, el cansancio, y que usa como símbolo la casa para hablar de un derrumbe personal y social.

Ruano es aparentemente pesimista, sí, pero hay en sus poemas –la taza de porcelana inglesa, el café- una sensorialidad y reposo que amortiguan el dolor de vivir y que prestan a los versos una cualidad cercana. Versos de “escritura asmática” como la de Benedetti, señala Paqui Noguerol, atenta a “la música de Charo Ruano” que sus lectores tan bien conocemos: el ritornello, la anáfora, el paralelismo, la repetición, los tan bien escogidos epígrafes… Charo Ruano, para la profesora e investigadora, sigue la senda de una forma de literatura y pensamiento que quiere dejar el ruido, volver al campo –un campo en ocasiones no amable, no locus amoenus, que rechaza a quien huye. El cosmopolitismo de Ruano, atenta a todas las voces, enraizada y con alas, es total, pertenece a esa poética y ficciones del regreso a la casa, la vuelta a la necesidad de “reparar el mundo” que en hebreo designamos como “Tikkun olam”, movimiento que nos sitúa más allá del derribo.

Charo Ruano, poeta nuestra, tiene la humilde cualidad de la modestia. Su voz al comienzo es débil y agradecida al discurso sabio de Noguerol, que tan bien conoce su poesía… pero se crece y se eleva para contarnos que la idea de este libro redondo permaneció veinte años en un cajón, sabiendo en el confinamiento que, con el último verso, estaba cerrado y presto para salir aunque diga Adorno que escribir poesía es un acto de barbarie y Gamoneda, que no sirve para nada. Ruano, que esconde entre sus virtudes la sabiduría del sarcasmo, la ternura escondida y el afecto desbordado envuelto en charra quietud serena, piensa que quizás tenga razón Gamoneda y todo se vaya borrando. Pero esa “escritura en el agua” que se le impone, sale de ella y se vuelca en libros que, una vez finalizada la fecunda y feliz senda de Amarú Ediciones, tiene espacio en ese Amarante de hermoso nombre. Libros que nos son tan necesarios como su presencia, libros que hay que leer y también escuchar, cuando la Plaza quieta se llena, una vez más de poesía, y la constelación que rodea a nuestra Charo Ruano se hace visible una vez más y libro más para construir una obra de cimientos poderosos, vigas maestras, muros de carga, refugio de quienes leemos con devoción libro tras libro, a nuestra escritora de cabecera, valor seguro, casa nuestra, Charo Ruano.

Charo Alonso.

Fotografías: Carmen Borrego.